La pegada del Barça deja viva la Liga
El equipo azulgrana gana en Vigo con dos golazos de Óscar y otro de Ronaldo
Fogonazo va, fogonazo viene. Un trabajo tan limpio como lleno de fútbol, y en un abrir y cerrar de ojos tres puntos más en el bolsillo del Barcelona. Suficiente para llegar cuanto más lejos con la Operación Milagro, la frenética persecución del líder. Hasta media docena de sanciones y lesionados tuvieron que cruzarse para que Óscar encontrase un hueco en el equipo titular, y en medio de un grupo afectado por la resaca del título europeo, Óscar, que participó en Rotterdam sólo de oyente, sacó al campeón de la Recopa de un apuro. Porque el Celta no tiene resacas, sino urgencias, y de su parte salió el mejor fútbol anoche en Balaídos. La suerte en el fútbol no suele ser fruto de la casualidad, sino del talento de la nómina de futbolistas. El Barça tiró de la de suplentes y por ahí al Celta no le quedó nada que hacer. Sólo apretar los dientes.Para ser un equipo en llamas no cayó el Celta en vulgaridades. El club de las estridencias de Mostovoi y las salidas de tono de Fernando Santos presentó un aspecto saludable ante el Barcelona, en buena medida gracias a un planteamiento por fin coherente y en parte también por la calidad de un grupo de jugadores, todos ellos expertos y talentosos. Mazinho, por ejemplo, que imantó el balón a sus botas como no lo hizo nadie en el Barcelona; o Del Solar y Eusebio, que se escalonaron para tapar a Guardiola y De la Peña.
Con un centro del campo firme, el balón fue del Celta durante largo rato, y al Barça no le quedó más alternativa que tirar balones largos que lo fueron incluso más por la velocidad que dio al juego un campo encharcado. Las ocasiones eran para los de casa, pero monopolizadas por el centro de la defensa blaugrana. No tiene juego el Celta en sus bandas. Normal, en un grupo en el que nadie baja de los 28 años. Sólo Ratkovic, que se reserva en exclusiva para las citas importantes.
Los carriles fueron para el Barça, y por ellos sentenció el duelo. Pulcramente, como lo hacen los campeones, e incluso sufriendo, porque los azulgranas forman un grupo que no sabe vivir sin el balón. Contraataque va, contraataque viene. Primero por la izquierda y después por al derecha. En sólo ocho minutos y por mediación de Óscar, que remató primero con la derecha y después con la izquierda sin parar el balón desde muy lejos. El Celta iba y volvía al área de Baía, pero tan preocupado andaba por Ronaldo que se olvidó del canterano del Barcelona. No necesitó pararlas; se limitó a enchufarlas. Primero recibió de Amunike, otro suplente, y después lo hizo de Ronaldo, que inventó una asistencia imposible.
Salió Revivo y revolucionó a su equipo. Por fin la constante amenaza se convirtió en gol, y en sólo cinco minutos. Era el israelí lo que el Celta necesitaba para desequilibrar tanto encontronazo, y su gol hizo creer en el milagro. La esperanza fue vana, porque Ronaldo abrió un ojo, cazó al fin un balón dentro del área y puso el punto final.
Tal vez no lo creyó así el Celta, que se rompió los cuernos incluso jugando con nueve hombres y con Del Solar bajo los palos. Al Barcelona le queda calentar el cogote del Madrid y al Celta esperar que tanta fe pueda servirle para salvar la categoría. Al menos, el Madrid sabe que no lo va a tener l fácil si en Vigo, la última jornada del campeonato, se tiene que jugar el título.
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