Todos fuera de su sitio
La novedad táctica consistió en reunir a Ríos, Guardiola y Hierro en la media
Había novedad, había. Clemente se tiró media semana fomentando la curiosidad del personal con el anuncio de una revolucionaria novedad táctica para la cita de ayer y la cosa, pese a las sospechas de vacilada, que las había y muchas, iba en serio. En realidad consistió en sacar a cinco jugadores fuera de su posición natural, o al menos la habitual en sus equipos. Alkorta (lateral derecho), Ríos (medio derecha), Hierro (medio izquierda), Kiko, tirado hacia el costado derecho, y López (lateral izquierdo en la segunda parte) salieron de su hábitat y lo pagaron.En el aspecto táctico, la mayor modificación afectó al centro del campo, donde el seleccionador rompió su norma clásica de los dos pivotes y colocó a tres: Ríos, por la derecha, Guardiola, por el centro, y Hierro, por la izquierda. Casi solapados, lo que abundó en una pobre distribución del juego.
España abandonó su guión habitual (4-2-3-1) y jugó bajo un teórico 4-3-3 nada convencional. La lectura acostumbrada de este sistema señala enseguida el aprovechamiento de las bandas. Pero el modelo ideado por Clemente consiguió el efecto contrario. Primó el juego por el centro, donde el combinado español consiguió controlar la situación y atascar la construcción de los yugoslavos.
La primera línea quedó formada por Abelardo-Alkorta-Nadal-Sergi. Todo zonal, desmintiendo de forma rotunda que lo que escondía el misterio era tan sólo unas cuantas marcas individuales. Posicionalmente, la defensa española estuvo mucho más adelantada que de costumbre, achicando con decisión en el primer tiempo. Al. cuarto de hora, Clemente hizo un movimiento: mandó a Alkorta al lateral, donde sufrió un calvario, y situó a Abelardo de central derecho.
El centro del campo concentró la mayoría de las sorpresas. Ríos, Guardiola y Fernando Hierro, juntos. El bético por la derecha, posición nada habitual; el azulgrana, por el centro, y Fernando Hierro, por la izquierda, menos frecuente aún. El madridista se sintió incómodo. No prodigaban las incursiones por la banda, pero a la hora de cerrar sí acudían prestos por allí. Como la iniciativa, sobre todo tras el gol de Hierro, la tomó Yugoslavia, el trabajo del trío de pivotes fue de contención.
El ataque también fue atípico. Kiko, de extremo derecha, una demarcación insólita para el jerezano; Alfonso, de delantero centro, y Raúl, por la izquierda. Su tarea fue fundamentalmente contragolpeadora. Y entre sus obligaciones, una básica: tapar las incursiones de los laterales yugoslavos. En especial, Kiko las de Mijailovic.
Poco antes de la primera hora de juego, Clemente dio por zanjado el experimento. Primero metió a Luis Enrique por Kiko, que empezaba a tener problemas para seguir a Mijailovic. Luego retiró a Roberto Ríos para dar entrada a López, que se colocó de lateral izquierdo, donde estuvo perdido. Y más tarde Amor suplió a Alfonso. Los cambios devolvieron al equipo su esquema clásico, el 4-2-3-1, con, Raúl como único punta. El problema es que era un esquema con cinco centrales y sin gente ni para mover la pelota ni para contragolpear.
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