El Leganés sentenció en los minutos finales

Ni el más entusiasta de los aficionados pepineros habría soñado ayer, a falta de un cuarto de hora de partido, con una victoria holgada de su imprevisible equipo. Discurría el encuentro por la senda de la apatía y el sopor, sin juego, oportunidades ni emoción, con las gradas cabeceando de puro muermo y los futbolistas casi soñando con la ducha reconfortante. Apareció en ésas el tándem Juanmi-Paquito, enganchó una combinación inesperada y el segundo superó a López Vallejo en su salida. Juanmi remataría a Osasuna cinco minutos después, y tan revolucionaria pareja, recién incorporada al terreno de juego, aún pudo anotar algún gol más. Nunca un partido tan nítidamente abocado a la sosería del empate sin goles acabó con tan generoso resultado en el marcador.Había salido el Leganés enrabietado, dispuesto a buen segudo a combatir el fiasco ante el Ecija (2-1 en el campo del colista) con el argumento incontestable de los goles. A los seis minutos ya había estrellado Miguel Ángel un balonazo en el travesaño, de esos que hacen temblar la portería entera. Todo fue un vulgar espejismo. A falta de argumentos ofensivos mejores, el Lega bombeaba balones ramplones desde las bandas o buscaba internadas en solitario que, más que complicadas, siempre se antojaron tirando a insensatas.

Tampoco aportó Osasuna elementos válidos para la diversión. El equipo que no hace tantas temporadas jugó la Copa de la UEFA es hoy un colectivo desangelado, errático y sin el más leve indicio de profundidad. Su mejor ocasión en toda la primera parte fue un golpe franco al borde del área que Jandri se encargó de enviar un par de manzanas lejos del estadio.

Pareció mejorar el panorama para los pamplonicas con la incorporación de Kuznetsov en la segunda parte, pero poco duró la sensación de poderío: lanzó el ruso una falta prodigiosa, Julio Iglesias sacó la pelota de la misma escuadra y se acabó lo que se daba. El apocamiento sin paliativos volvió a apoderarse del municipal leganense hasta que los caminos de Paquito y Juanmi se cruzaron para darle a su equipo tres puntos más bien insospechados. Los de Luis Sánchez Duque, así pues, pueden seguir soñando con logros mayores; siempre es saludable y, encima, sale barato.