Induráin, ¿antihéroe?

En la columna del 4 de enero, Verdú opinaba sobre Induráin y sus triunfos, de los que afirmaba "que fueron gélidos". ¿Por qué fueron gélidos? ¿Quizá porque el ceder la victoria en múltiples ocasiones es menos cálido que el levantar los brazos en señal de victoria sobre los demás al cruzar la meta? No creo que tampoco haya dejado "una estela donde pronto se secarán las emociones", pues lo que ha hecho por el deporte español no se puede olvidar.En la misma columna se preguntaba: "¿Quién podría continuar enamorado de este ídolo después de su asexuado adiós?". Pues yo, al igual que muchos aficionados al ciclismo, continúo enamorado de este ídolo que lo ha dado todo en su carrera deportiva (en algunas ocasiones, incluso en contra de su voluntad) y que nos ha brindado cinco Tours, dos Giros, un Campeonato del Mundo, una medalla de oro olímpica, un récord de la hora y muchas otras victorias, que he seguido desde que tenía 13 años (ahora tengo 18) y que me han hecho vibrar, y en absoluto me han dejado frío.

Induráin no ha vivido ajeno a la pasión con la que los seguidores hemos pretendido colmarlo, y cualquiera que haya visto este año la etapa de Pamplona del Tour, en la que se le homenajeó, se dará cuenta de ello.

Desde aquí quiero felicitarle y apoyarle. Induráin, no cambies. ¡Aúpa Induráin!-