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Una ovación sin fin

El mundo del circo recuerda al empresario Arturo Castilla y pide una carpa estable en Madrid

LUIS FERNANDO DURAN En la función de ayer del Gran Circo Mundial hubo tantas sonrisas como lágrimas. Hubo, también, una reivindicación: la del establecimiento de un circo estable en Madrid. Todo, en torno a la figura de un hombre de la carpa desaparecido el pasado mes de noviembre, el empresario Arturo Castilla.

El mundo del carrusel se reunió en la carpa de la plaza de las Ventas para homenajear a uno de sus padres: Arturo Castilla, empresario del circo, Price y fundador del circo Americano, que falleció a los 80 años después de seis décadas dedicado al espectáculo que se desarrolla bajo las lonas.

A las siete de la tarde del sábado sólo una de las 2.500 gradas, estaba desocupada. Sobre el asiento que siempre ocupaba Arturo Castilla, a pie de pista, quedarían dos claveles y un gorro de payaso.

La espectacular sesión comenzó como siempre. Los tigres rugieron, la cuerda horizontal se tambaleó bajo los pies del acróbata Francisco Alegrían y las chicas del ballet hicieron sus piruetas. Pero luego sobrevino el silencio.

Entre las sombras apareció el presentador Enrigue Weernoof para proclamar sobre una música suave: "Don Arturo Castilla, que recorrió los caminos de España y Europa con toda la ilusión de la caravana circense, se dedicó en cuerpo y alma a contagiar a todos los pueblos y gentes ese impresionante mensaje de cariño y amor, de paz, de sonrisa, de la inmensa felicidad que emana el mundo del circo".

La voz del presentador resonaba en el silencio del público. Hasta los animales estaban quietos y callados.

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Luego, fue el veterano locutor de radio José Luis Pécker quien retomó la glosa romántica de Arturo Castilla: "Luchó con la máxima generosidad por defender los derechos de los hombes y mujeres del circo", recordó.

"Y si el pasado mes de Noviembre se fue en silencio [Arturo Castilla], con el gran dolor de no ver construido el circo estable, hoy desde la pista queremos comprometemos, ante la inolvidable presencia de su recuerdo, a hacer cada día más y mejor circo en la seguridad de que el circo continuará desafiando a todas las sensaciones del mundo", añadió Pécker. Tras las intervenciones, un payaso recorrió la pista hasta la silla vacía de Arturo Castilla, donde depositó un clavel rojo y otro blanco. Una paloma también blanca salió de la pista y voló hasta la localidad habitual del empresario. Entonces llegó una ovación sin fin del público. Con los aplausos, volvió la música y los artistas iniciaron su desfile.

Para una función tan entrañable reapareció en escena el payaso Tonetti, de 75 años. Jubilado desde hace una década, el artista se maquilló la- cara para "hacer feliz de nuevo a Arturo Castilla". Es que él fue payaso de los hermanos Cappi", recordaba Tonetti. El empresario inició su andadura circense como artista: cocinero antes que fraile. "Siempre fue para mi más un amigo que un director", añadía Tonetti.

Para finalizar llegó el discurso de las autoridades. Tomás Marco, director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas. y de la Música (INAEM, dependiente del Ministerio de Cultura), prometió más ayudas para el circo.

Compromiso municipal

El alcalde de Madrid, Jose María Álvarez del Manzano, también tomó la palabra. El regidor se comprometió a que Madrid tenga, al fin, un circo estable.

Arturo Castilla murió sin haber visto este deseo hecho realidad. Desde hace años, las autoridades municipales han dado largas a esta iniciativa que Castilla no dejó de impulsar.

El homenaje concluyó con las palabras del actual director del circo Mundial, José María González. "Arturo Castilla ha sido el número uno de los empresarios, porque montó funciones que hasta entonces ningún empresario del circo se había atrevido a hacer. Tenían colorido, fantasía, carrozas ...", dijo.

Cuando las candilejas ya se habían apagado, González aún estaba conmovido. Recordaba como Castilla gastaba mucho dinero en poner en marcha atracciones con una fabulosa producción. Por recordar, recordaba hasta los chistes que don Arturo hizo famosos como payaso: "¿Qué le dijo la sartén al cazó?. Apártate que me manchas".

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