El 96 les sacudió la vida
Nueve episodios de personas que pasaron por la actualidad sin haberla buscado
El hogar de ancianos sigue siendo un solarEl lunes 8 de enero de 1995 el hogar parroquial de ancianos de la iglesia de las Delicias se venía abajo. Una explosión de gas, acumulado en el subsuelo, derrumbaba sus frágiles cimientos. El techo sepultó a más de cien personas. José Babarro, de 86 años, jubilado, quedó atrapado por las vigas de madera. "Estaba tomando café y de repente todo tembló. Luego salí por los aires", recuerda. A la mañana siguiente abrió los ojos en el hospital.
Tenía el esternón roto y un fuerte traumatismo. Por la televisión se enteró de los resultados de la tragedia que le atrapó junto a sus amigos de juego: cuatro fallecidos y 50 heridos, la mitad, graves. "Mi gran amigo Francisco murió. Con él jugaba al subastado", susurra.
La noche del siniestro, Belén Pizarro, voluntaria de Cáritas, preparaba bollos a los ancianos. "Ha sido un año duro", recuerda emocionada, "echamos en falta a nuestros ancianos". "Cada vez que veo algún anciano cojear o quejarse todavía se me encoge el corazón". Al mes del siniestro, la parroquia habilitó uno de sus locales para los ancianos. La compañía Gas Natural ha indemnizado a todas las víctimas.
El próximo 8 de enero, un año después de la tragedia, se colocará la primera piedra del nuevo hogar. El edificio se levantará a 40 metros del siniestro, al lado de la parroquia, en unos terrenos cedidos por el Pasillo Verde. A su vez, la parroquia entrega el solar del siniestro al Ayuntamiento. El nuevo recinto tendrá dos plantas y contará con salón, cocina, despachos y biblioteca-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.