Una edición del 'Lazarillo' confirma que fue escrito como una falsa carta

El libro, del siglo XVI, estaba emparedado en una casa extremeña

La edicion de El lazarillo de Tormes (obra cumbre de la picaresca española) que en 1992 descubrió un albañil emparedado en un desván en la localidad extremeña de Barcarrota aporta, según el profesor Francisco Rico, indicios que confirman que el original del célebre clásico era una falsa carta dirigida por un tal Lázaro de Tormes al Arcispreste de San Salvador. Dice Rico: "En ella se relata como si fuera real el idilio entre la mujer de Lázaro y el arcipreste, un juego de la época que no estaba destinado a la imprenta, pero que divirtió tanto que pronto empezó a copiarse". Una de esas copias pa...

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La edicion de El lazarillo de Tormes (obra cumbre de la picaresca española) que en 1992 descubrió un albañil emparedado en un desván en la localidad extremeña de Barcarrota aporta, según el profesor Francisco Rico, indicios que confirman que el original del célebre clásico era una falsa carta dirigida por un tal Lázaro de Tormes al Arcispreste de San Salvador. Dice Rico: "En ella se relata como si fuera real el idilio entre la mujer de Lázaro y el arcipreste, un juego de la época que no estaba destinado a la imprenta, pero que divirtió tanto que pronto empezó a copiarse". Una de esas copias parece ser la de Barcarrota, cuya edición facsímil fue presentada ayer por el académico y el presidente de la Junta de Extremadura, Rodríguez Ibarra.

Con la de Barcarrota ya se han encontrado cuatro ediciones del siglo XVI de La vida de Lazarillo de Tormes: y de sus fortunas y adeversidades (las otras son la de Burgos, la de Amberes y la de Alcalá de Henares). "Afortunadamente", añade Rico, "esta edición ha caído en manos públicas, no como la de Burgos, que fue subastada y se encuentra en el extranjero en manos privadas"."Lo que nos aporta este Lazarillo ", dice el profesor, "es la certeza de que el original carecía de puntuación, y ése es un dato revelador, ya que quiere decir que el texto había circulado como manuscrito y no como libro. Todo indica que era una falsa carta, un juego difamatorio con el que el autor quería engañar a los lectores presentando una historia ficticia como verdadera. Los muchos arcaísmos que aparecen están puestos deliberadamente para dar credibilidad a lo que cuenta". Rico aseguró que lo más importante es la confirmación del carácter no literario del manuscrito original.

En el muro de Barcarrota, localidad fronteriza con Portugal donde se encontró este Lazarillo, perfectamente protegido por un lecho de paja, también se hallaron otros 10 volúmenes y un manuscrito. Entre los textos cinco fueron impresos en Francia y tres en Italia. Los libros permanecieron tres años en una caja de zapatos de un sobrino de los dueños de la casa. Un amigo bibliotecario les avisó de la posible importancia del hallazgo y los dueños se pusieron en contacto con especialistas e investigadores.

Dieciséis millones

La Junta de Extremadura compró en 1995 por 16 millones de pesetas el lote de libros, aunque un anticuario sevillano ofreció el doble de dinero. Por otro lado, el albañil ha denunciado a la familia, a la que exige la mitad de lo que ha cobrado, ya que fue él quien encontró los libros.La Junta publica ahora una edición facsímil de esta edición del Lazarillo, impresa el 1 de marzo de 1954 en Medina del Campo por los hermanos Mateo y Francisco del Canto. La tirada, de mil ejemplares, ya se ha agotado, según su editor, Fernando Pérez. "Estamos preparando la segunda edición", afirma.

Los representantes de la Junta -encabezados por su presídente, Juan Carlos Rodríguez Ibarra- discutieron ayer con Francisco Rico la posible identidad del hombre que decidió emparedar los libros. Mientras los extremeños apuntaron a un posible judío converso asustado ante la Inquisición, Rico cree que, por el contrario, los libros no pertenecieron a una biblioteca personal sino que era un lote de una librería decomisada.

"Nadie ha leído esos libros, están intactos, sin usar ni anotar", afirma Rico. "Por la disparidad de los textos -algunos peligrosos para la época, junto a otros inofensivos-, puedo imaginar que son de un decomiso, quizá de un inspector algo pícaro que se los quedó y que no sabía bien lo que tenía entre manos".

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