Estudiantes se rebela contra la razón
Thompson, a tres segundos del final, acaba con el TDK
Hace tiempo y que los partidos entre Estudiantes y TDK dejaron de ser duelos menores en la ACB. Antes al contrario, los dos equipos se han infiltrado en la aristocracia de la Liga y, cada nueva jornada, parecen empeñados en ratificar que va a ser harto complicado moverles de tan privilegiada situación. No sólo coinciden en eso. Estudiantes y TDK se hermanan, asimismo, en la modestia -si se admite la comparación con Real Madrid y Barcelona, sus millonarios compañeros de viaje en el vagón de primera clase- de sus presupuestos y, por consiguiente, de sus plantillas. Pero lo que les convierte en siameses es la excelente administración que de sus activos hacen sus entrenadores.
Para mayor índice de similitudes, Estudiantes y TDK llegaban a su particular desafío igualados en la tabla (también con el Barça), a una victoria del líder blanco y con la firme convicción de continuar con la vitola de tercero en discordia. Y eso acababa con las analogías para abrir la puerta a las diferencias.
A Estudiantes, por ejemplo, le gusta jugar a la carrera y el Manresa se encuentra más cómodo si se mueve a velocidad de crucero. La consabida lucha de estilos y, formas pintó el choque de manera caprichosa. Fue el grupo catalán capaz de imponer su criterio durante toda la primera parte. Sus ataques largos, pacientes, estudiados, su buen balance defensivo impedían la más mínima alegría a Estudiantes que, sin embargo, se las ingeniaba para llevar la iniciativa, con ventajas muy cortas, en un marcador que sólo sonrió al campeón de Copa en el minuto 15 (20-23), a lo largo de una primera parte (29-27) parsimoniosa y escasamente lucida.
Se veía venir el cambio de timón del Estudiantes, muy incómodo en la tela de araña tejida por Maldonado. Dotó a su defensa de mayor intensidad y se puso a correr. El equipo madrileño marcaba ahora el ritmo y, otra vez sorpresa, el TDK vivía su mejor momento (36-42, minuto 27). Townes anotaba un triple cada diez minutos, Creus no era el de los mejores días, Sallier ni se enteraba, pero ahí estaba el admirable Hall imponiendo su ley reboteadora (llegó a los 18 rechaces). Estudiantes tuvo que echar mano de su secular último recurso, ese coraje -con Jiménez y De Miguel como estandartes- que impidió la fuga del Manresa. Este es, probablemente, el equipo de la ACB que mejor sabe encarar el tramo final de un partido igualado. Pero la teoría, en este caso, no se cumplió. El TDK, por un vez, fue infiel a sus principios y no supo jugar sus últimas cartas con la serenidad y raciocinio que acostumbra. Justo lo que hizo Estudiantes, que consiguió la victoria gracias a una canasta de Thompson a tres segundos del finiquito.
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