'No tengo más remedio que esperar al 2000"
José Ortega Spottorno, escritor, editor, ingeniero agrónomo
Es tremendo que a uno se le ocurra: "Lo mejor sería que su padre, José Ortega y Gasset, no fuera su padre; o bien, no tener que hablar de su padre. Y así, su identidad surgiría como lo que es: única, fulgurante. Mas olvidemos lo antedicho y apechemos con este hombre del siglo XX, y del que viene, que ha sufrido de ser tanto él mismo a causa de quienes no son. Lleva 80 años estremecidos de vivir con los ojos abiertos, pensando, inventando, escribiendo La historia probable de los Spottorno, Los amores de cinco minutos, Relatos en espiral y recibiendo premios como el González Ruano. Eso sí, ha tenido siempre a su lado a Simone, una mujer inenarrable. Si tuviese que ser algo, yo sería el biógrafo de la penumbra de dos seres".Pregunta. ¿Cómo está?
Respuesta. Estoy más viejo que hace un año.
P.¿Qué día y a qué hora se le ocurrió inventar El PAÍS?
R. En 1971, cuando me dieron un homenaje por el premio Juan Palomo, lo anuncié.
P. ¿Y cómo le dio por ahí?
R. Es cuestión de genes: mi abuelo,. director de El Imparcial, mi padre, inspirador de El Sol... . .
P. ¿Qué es ser hijo de Ortega y Gasset?
R. Sentir entusiasmo por la autenticidad en todo; y siento el dolor de atacar al bárbaro especialista, al rinoceronte y al falsificador.
P. ¿Y lo de ingeniero?
R. Es que mi padre veía oscuro el futuro de los intelectuales. Y. Yo soy forofo de EL PAÍS, claro; pero casi soy más forofo de la gama de exquisiteces que es su mujer: ¿cómo se declaró a Simone Ortega?
R. La cité para una visita al museo del Prado con un reloj con la hora de la cita puesta. Y aceptó.
P. ¿Está más orgulloso del fútbol, de los políticos o de los periodistas?
R. De los periodistas, pero defiendo la necesidad del político.
P. Los que decían que EL PAÍS era "el diario gubernamental" ahora dicen que es "el diario felipista". Yo les escupiría a todos en la cara durante el resto de mi vida: ¿sabe dónde debo abrevar si me falta saliva?
R. Leyendo EL PAÍS.
P. ¿Su padre, hoy, sería de los toros, del fútbol o de Botín?
R. Creo que de los toros a los que definió como "la trágica amistad tres veces milenaria en tre el hombre español y el toro bravo".
P. ¿Siguen funcionando las dos Españas de siempre?
R. El problema sería que ni siquiera funcionase una sola España.
P. Esa sonrisa socarrona suya que siempre está al borde de su expresión ¿qué busca?
R. Es una forma de conocimiento; lo demostró mi llorado amigo José Ferrater Mora.
P. Por sus 80 años se han dicho mil cosas. Diga más.
R. Sigo con ilusiones, algunas imposibles como escribir teatro.
P. ¿Qué es la libertad?
R. La coincidencia del hombre consigo mismo: perdón por lo orteguiano de la frase.
P. Diga algo que no se sepa de su padre.
R. El éxito como hombre con su traductora alemana (la mujer del matemático Einstein) fue una causa de su celebridad en Alemania.
P. ¿Lo vio llorar?
R. No.
P. ¿Y hacer manitas?
R. Tampoco, pero las haría...
P. ¿Es más demócrata Aznar, González o los taxistas?
R. La democracia ha de limitarse a la política. En lo demás, la verdadera igualdad consiste en tratar desigualmente las cosas desiguales.
P. ¿Su mujer se enamoró de usted por su talento o por un momento de debilidad?
R. Sin duda ninguna, por lo segundo.
P.¿Cómo le va a pagar ella este piropo?
R. Con una nueva receta.
P. ¿Qué sería un embajador moderno?
R. Alguien que evitara que los políticos metan la pata, porque llegan siempre cansados,
P. ¿Qué le falta a EL PAÍS?
R. Quizá el orgullo que da el éxito.
P. ¿Le sobra algo?
R. Para mí, demasiada atención al rock.
P. EL PAÍS, en 1976, fue un diario revolucionario y por eso triunfó. ¿Me financia el diario revolucionario de hoy?
R. Como buen Ortega, no tengo un duro.
P. ¿Por qué su vida no parece una vida dulce?
R. Ha sido dificil, aventurada, pero no trágica.
P. ¿Para qué sirve la literatura?
R. Es un conocimiento lírico del mundo, tan cierto como el científico.
P. ¿Para qué le sirve vivir?
R. No tengo mas remedio que esperar al año 2000.
P. ¿Qué entorpece más el saber?
R. La falta de pedagogía.
P. ¿Qué desprecia?
R. El plagio.
P. ¿Qué ama?
R. El gran invento del Creador, que estuvo a punto de olvidar: la mujer.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.