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Los Latin Kings quieren ser buenos

La mayor banda criminal hispana de EE UU busca la redención tras el juicio contra su líder

La cabeza de Antonio Fernández, puertorriqueño de unos treinta años, parece tallada en granito, y su cuerpo compacto pasa por debajo del detector de metales del Tribunal Federal del Distrito de Nueva York envuelto en prendas negras de la marca Boss (jefe).No hay duda de que ahora es él quien manda. Dentro, unos veinte jóvenes, embutidos igualmente en enormes plumíferos de color negro, se colocan en fila para recibirle con una complicada sucesión de símbolos formados con los dedos de las manos mientras entonan al unísono, en castellano, las palabras "Amor de rey".

Son miembros del ala neoyorquina de los Latin Kings una de las más temidas bandas criminales de EE UU y el principal gang latino de ese país. La pasada semana se reunieron en ese tribunal de Manhattan para asistir a la lectura de 18 veredictos, de culpabilidad contra Luis Felipe, un cubano de 34 años que dirigía al grupo desde la cárcel, ordenándoles perseguir y asesinar a rivales y traidores.

Después, la nueva cúpula del grupo declaró el inicio de una nueva era. "Esto es un nuevo comienzo", dijo Fernández, sollozando por el destino de su líder honorario, que casi sin duda pasará el resto de sus días en prisión. "Es una oportunidad para el cambio, aprenderemos de nuestros errores para que no se gasten más vidas. No habrá más guerra, sólo paz, armonía y amor". "¡Amor de rey!", entonaron los otros Latin Kings al oír estas palabras, y a continuación todos se cerraron en un círculo para recitar una oración. Luego se despidieron con más saludos en clave, y al caer la noche, emprendieron el camino de regreso a sus casas, en los barrios periféricos de Nueva York, mientras por una puerta trasera del tribunal salían los 12 miembros del jurado con una estrecha escolta policial.

El nuevo plan de reforma de Antonio Fernández no incluye la palabra gang (literalmente, "pandilla", pero con connotaciones criminales en EE UU, de donde proviene el término gangster). Él prefiere hablar de la Almighty Latin King & Queen Nation, es decir, La Todopoderosa Nación de Reyes y Reinas Latinos, un título rimbombante con ecos afroamericanos de conquista racial y social. Y añade, en spanglish: "Ahora estoy corriendo la familia, pero lo tengo que hacer underground porque tengo cargas del pasado".

"Ya no somos gangsters", asegura Fernández, cuyo nombre de calle es King Tone y que ha tenido problemas con la ley por tráfico de drogas. Designado jefe (Inca) por el propio Luis Felipe (King Blood) en 1993, Fernández dice que cometieron "equivocaciones" en el pasado, pero que ahora quieren ser una fuerza cohesiva para la comunidad latina en EE UU y dar charlas en los colegios para que los niños no peleen. De hecho, Fernández ha registrado al sector neoyorquino de los Latin Kings como una empresa.

Pero nadie sabe si las intenciones de los Latín Kings son legítimas. Las "equivocaciones" de que habla Fernández constituyen nada menos que la historia de una de las bandas callejeras más poderosas del país, una cronología sangrienta de cárceles, extorsiones, códigos de honor y venganzas que Hollywood no ha explotado tan intensamente como ha hecho con las bandas de afroamericanos o italianos. Tal vez porque las autoridades de la ciudad y el Estado de Nueva York no han emprendido una lucha intensa contra estos hispanos hasta los últimos dos años.

Los Latin Kings nacieron durante los años cuarenta en una cárcel de Chicago, y pronto se distribuyeron por capítulo en los principales Estados de EE UU. Luis Felipe inauguró el capítulos neoyorquino en 1986 mientras residía en una celda del Estado, y desde entonces, los miembros del grupo en la zona metropolitana de Nueva York han crecido hasta unos 2.500. Otras bandas que existen en esa zona son la Zulu Nation, las Nietas, grupúsculos de las Panteras Negras y la llamada West Side Familia. Fernández quiere que todas colaboren juntas hacia la integración social.

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