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Tribuna
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EL CUADERNO DE ANDAR POR CASA

Jorge Valdano

El deporte rey es... la televisión. Úna semana de visita en Argentina y recuperar el protagonismo (ahora como entrenador del Valencia) me bastaron para comprobar que hay taras internacionalizadas: no tienen que ver con un lugar, sino con estos tiempos. El periodismo deportivo y el fútbol son dos espectáculos distintos, cada uno con sus propias claves y cada día con menos posibilidades de entenderse. Tres síntomas. Primero: los periodistas hablan de lo anecdótico antes que de lo sustancial; más, por ejemplo, del antes y el después del partido que del partido mismo. Segundo: el periodista que apunta a eso que llaman éxito no puede sostener su espectáculo sin amigos a los que amar y enemigos a los que odiar. A veces parece que defienden ideas pero suelen buscar audiencia. Tercero: los entrenadores y los jugadores gastan demasiadas energías en hablar de periodistas y pocas en preocuparse por el juego. Me saldría un decálogo pero caería en la trampa del tercer punto.El secreto inalcanzable. Afortunadamente todavía no se inventó un destornillador para desarmar misterios. Hay gente que pretende descubrir todos los del fútbol. Suelo advertir que es un esfuerzo titánico que conduce a la melancolía, pero aquellos que nunca jugaron y creen en la táctica antes que en los jugadores suelen reincidir. Un preparador físico amigo pasó años midiendo los esfuerzos que los jugadores hacían en un partido. Yo le daba un nombre y él me contestaba lo que había corrido, trotado, caminado, saltado, girado y caído. A mí me parecía que era como explicar El Quijote contando la cantidad de comas, puntos, acentos, sujetos, verbos y predicados que sumaba el libro, así que un día me animé a preguntarle para qué servían todos esos números. Yo creo que esperaba la pregunta porque no pareció sorprendido cuando me contestó que no lo sabía, ', pero cuando se me ocurra algo tendré todos los dato?. Me resulta increíble que en países de gran tradición futbolística, como Argentina, este de bate se renueve de cuando en cuando.

Nada del otro mundo. "El de este momento no es fútbol. Ocho en un cuarto oscuro y dos en un descampado no es fútbol. Es trabajo". Dante Panzeri lo escribió hace 20 años y cada día aumenta su razón. El Independiente de Menotti, sin embargo, es libertad y entusiasmo. Un orden zonal, tradicional y simple que sirve para ocupar el campo razonablemente. El toque como línea de flotación del juego de ataque, búsqueda parsimoniosa con el balón a la espera de que se haga la luz, o sea: el espacio. Libertad y entusiasmo... Libertad para torcer los carriles, para la cana al aire del lujo acaso innecesario, para equivocarse sin entender el error como un drama colectivo. Entusiasmo para vivir el juego como siempre desearon y el profesionalismo les reprimió. Del intento sale un juego que en lugar de rapiñar el fútbol lo hace fresco, estimulante, alegre. En este juego sólo tienen el derecho a la grandeza los que aspiran a superar a los otros y no los que esperan matarlos de aburrimiento con pelotazos que son una falta de respeto a la inteligencia. Ganar o perder: ésa es la gran mentira. Se juega por la gloria. Independiente no es un gran equipo; sólo la prueba de que otra cosa es posible.

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