Un Tour para escaladores aguerridos
Ante la duda de lnduráin, Echávarri dice que el objetivo es "situar a Olano en el podio"
Cinco etapas de alta montaña, tres llegadas en cima, 27 picos a escalar y dos largas individuales contra el reloj, no especialmente llanas: el Tour de Francia del año próximo ha sido di señado para escaladores aguerridos. El Tour de 1997 se presentó ayer en París y, por primera vez en mucho tiempo, Miguel Induráin faltó a la ceremonia. En ausencia del pentacampeón , español 31 bajo la gran incógnita de su participacion, fue el ganador de 1996, el danés Bjarne Riis, quien asumió el protagonismo. La gran competición ciclista saltará en dos ocasiones las fronteras francesas, para visitar Andorra y Suiza. No estaban ni Miguel Induráin ni Abraham Olano. El director técnico del equipo Banesto, José Miguel Echávarri, lamentó la ausencia del pentacampeón: "Miguel tiene la virtud de saber aislarse del mundo, pero, en un día así, esa virtud se convierte en defectillo, porque no se da cuenta de que el mundo le echa en falta". Echávarri dijo no contar, "en principio", con Induráin, y afirmó que el objetivo era "situar a Olano en el podio de París". "Olano tomará el relevo de Induráin, pero no le sustituirá, porque Miguel Induráin es insustituible", agregó. Echávarri comentó que el trazado era "duro, pero no determinante, por que un buen corredor sabe adaptarse al terreno". El director del ONCE, Manuel Sáiz, lamentó que no hubiera una contrarreloj por equipos y señaló que, "sobre el papel", alaunas etapas parecían "durísimas".
EI Tour 97 comenzará con un homenaje a Jacques Anquetil, uno de los cuatro históricos pentacampeones con Merckx, Hinault e Induráin, de cuya primera victoria de etapa hará 40 años y de cuya muerte se cumplirá una décáda el año próximo. El Tour arrancará el 5 de julio en la ciudad normanda de Ruán, donde nació Anquetil. Y discurrirá en sentido contrario al de la pasada edición: costa oeste, Pirineos, Alpes y subida por el este, para encontrar casi al final una etapa sorpresa en las montañas de los Vosgos antes de la segunda contrarreloj y la llegada a París.
Las primeras ocho etapas serán llanas y larguísimas, para que los sprinters puedan marcar puntos y fatigar a los escaladores. En la novena etapa, Pau-Loudenvielle, los corredores se toparán súbitamente con las paredes de los Pirineos. Y en la décima etapa, el 15 de julio, se verá el rostro más brutal de esta edición del Tour: Luchon-Andorra, con cinco grandes puertos entre ellos el col del Portet d'Aspet (4,5 kilómetros de cuesta empinada al 9%) y el Puymorens-Envalira, todo rematado con una llegada en escalada. El propio director deportivo dé la sociedad Tour de Francia, Jean-Marie Leblanc, calificó esa jornada de "muy, muy difícil, y eso contando con que el tiempo sea bueno". Si no lo es, la etapa será infernal.
La organización dejará que los corredores recuperen fuer zas con un tramo más leve entre, Andorra y Perpiñán y una jornada de descanso, el 17 de julio antes de afrontar la primera contrarreloj individual con principio y fin en Saint-Etienne: 35 kilómetros que incluirán el col de la Croix de Chauboret (10 kilómetros con una pendiente del 6,8%) y servirán como preámbulo a los Alpes, a los que se llegará el día siguiente. Ese día, 19 de julio, etapa número 13, comenzará con una subida al discreto col de la Republique, y terminará con una escalada al espectacular Alpe d'Huez: 13,8 kilómetros sobre una pendiente del 8,3%.
Las tres siguientes etapas serán de tono igualmente alpino. La 16ª, que concluirá en Friburgo (Suiza), contará con una subida al col de la Croix, "un puerto mediano pero con paredes casi verticales, al que los corredores deberán estar muy atentos", según Jean-Marie Leblanc. La siguiente etapa de Suiza a Alsacia, será de transición. Y el 24 de julio llegará el último castigo, con una etapa que transcurrir a por el macizo de los Vosgos y qué, según Leblanc, "puede deparar sorpresas porque es más dura de lo que parece, con tres subidas importantes".
Con la montaña ya a sus espaldas, lo que quede de los 198 ciclistas que habrán tomado la salida en Ruán rodará tranquilamente entre Montbéliard, y Dijon, y esa misma noche se viajará en tren de alta velocidad hasta Disneylandia-París, donde se correrá la segunda contrarreloj de la competición. Serán 62 kilómetros sin demasiadas asperezas, que deberán consagrar definitivamente al ciclista que al día siguiente, 27 de julio, se proclamará campeón en los Campos Elíseos de París.
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