La fachada de la renovación
En el sitio conocido como La Cueva (Salamanca), Pío García-Escudero, madrileño de 45 años, cambió de arquitecto a político. Fue en agosto de 1987, cuando trabajaba en la Junta de Castilla y León. José María Aznar, entonces presidente regional, visitó unas excavaciones arqueológicas y pidió un cicerone. "¿Pero tú qué haces aquí?", le soltó. Se conocían del colegio del Pilar, donde ambos estudiaron, y en la universidad continuó la relación; en Salamanca se volvieron a encontrar.
García Escudero no había perdido el tiempo: restauró castillos, catedrales, las Murallas de Ávila y la fachada de la Universidad de Salamanca. Tras la visita a La Cueva, Aznar le ascendió a director general de patrimonio. Después le hizo hueco en la candidatura de Ruiz-Gallardón y fue diputado regional (1991). Se convirtió en la fachada de la renovación en Madrid: elegido presidente regional en 1993, sin ruido, eliminó los restos históricos del PP. Hoy será reelegido. Está casado y tiene dos hijos.
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