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Tribuna
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Balones

Septiembre llega este año de pelotas. A partir de ahora, las televisiones ofrecerán 23 horas semanales de balompié hasta que el final de la Liga nos ampare. Una pasada. Esto va a suponer que las gradas de la mayoría de los estadios se van a poblar de ausencias durante la temporada. Y que la pequeña pantalla sufrirá un empacho futbolístico de campeonato.La avaricia de los clubes y el mimetismo de los programadores televisivos están propiciando una carrera enloquecida de intereses crematísticos ajenos al deporte predilecto de las muchedumbres. Les va a salir el tiro por la culata porque, a cambio de millones inmediatos, están fraguando la agonía de los campos. La hostelería y los espectáculos no deben preocuparse. Pueden salir incluso ganando, como apuntó el otro día el escritor Antonio Gala.

Ante este panorama, la afición mesurada dispone de disculpas razonables para colocarse fuera de juego, echar balones fuera y disfrutar de otros placeres cercanos. En Madrid lo tenemos a huevo, al menos en esta primera semana del mes.

Durante los próximos siete días, en la capital habrá músicas para todos los gustos. Por ejemplo: Pedro Iturralde, en el Clamores; Mercedes Ferrer, en el Galileo Galilei; Deep Purple, en la plaza de toros de Móstoles; Sabina y Los Rodríguez, en Las Ventas. En el Cuartel del Conde Duque, dentro de la magnífica programación de los Veranos de la Villa, se celebran cuatro espectáculos que acabarán con el papel: Misia, la exquisita intérprete de fados a quien se considera la sucesora de Amalia Rodrigues; Académica Palanca, ácidos y desternillantes; Niña Pastori, la revelación del flamenco; y La noche del bolero, con Omara Portuondo, la reina del swing.

En el teatro Lara, dirigida por Jesús Cracio, se estrena una obra clásica del XVII, El desdén con el desdén, de Agustín Moreto. Cracio utiliza en su montaje aIguna de las piezas más calientes de la música latina: Beny Moré, Toña la Negra, Paquita la del Barrio y Los Panchos. Y la tele, al asilo, por plasta.

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