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EURO 96

Portugal no exprime su talento

Un gol de Couto acaba con Turquía

José Sámano

Encuentren un delantero y Portugal estará en el peldaño más alto de la élite. De momento es un gran equipo, lleno de magia, de gestos exquisitos. Uno de esos conjuntos en extinción que son agradecidos con el espectáculo, pero a los que la falta de contundencia les resta competitividad y crea más problemas de los debidos, como frente a Turquía. Una vez más, la calidad del equipo, su gran apuesta futbolística, estuvo por debajo del resultado.Un gran portero (Vitor Baia), dos laterales veloces y con mucho recorrido (Paulinho y Dimas), dos centrales recios y corpulentos (Helder y Couto), un medio defensivo con mucho criterio (Sousa), un futbolista mayúsculo (Rui Costa) y tres medias puntas lujosos (Figo, Sa Pinto y Joao Pinto). Un elenco extaordinario, pero muy cojo frente al gol. Porque carece de un punta, de un jugador emparentado con el área rival capaz de culminar todo el caudal futbolístico que produce el equipo. De hecho sus dos goles en el torneo han sido más casuales que previsibles: un remate de cabeza del pequeñito Sa Pinto y un trallazo con la zurda de Couto, quizá el de peor relación con la pelota.

Hasta el zapatazo de Couto, Portugal tuvo un partido empinado. Le costó conectar con el juego, imponer su dominio. Turquía sólo expuso coraje y pasión -no tiene más-. Pocos condimentos aunque suficientes para retorcer la jornada portuguesa. Durante muchos minutos, los turcos vivieron felices, encantados con la obcecación del rival por amontonarse fuera del área. Tanto Joao Pinto como Sa Pinto y Figo, los más adelantados,. prefieren echarse atrás para encarar a los defensores de forma frontal. O para buscar el último pase, la suerte que mejor manejan. Tienen tanto hábito, que la mayoría de las veces quien conduce la pelota siempre tiene a todo el equipo por detrás. A falta de un referente en la punta se ven obligados a forzar la jugada individual, algo complicado ante la línea de cinco forjada por Turquía.

Sólo las esporádicas apariciones de Rui Costa molestaron a la defensa turca, que sólo tuvo que contener la respiración en una soberbia jugada que conjugó todo lo bueno del futbolista de la Fiorentina: una zancada poderosa para desbordar, un regate imposible para quitarse dos enemigos de encima y poder pensar y un pase simétrico que desaprovechó Sa Pinto. Lo mejor de un partido que sirvió para acentuar las dificultades de Portugal para exprimir su talento, que es mucho, por la ausencia de un matador. Y que sirvió para dar el finiquito a Turquía.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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