Firmes, poderosos, invictos
La victoria frente a Rumania ha apagado cualquier conato de fuego en Francia. Cantona y Ginola han quedado, muy lejos, como si no existieran. Debe ser la fuerza de los resultados. Desde 1994, bajo la dirección de Aime Jacquet, los franceses no han perdido ninguno de los 17 partidos que han disputado. Su estadística, magnífica en todos los sentidos, es reveladora especialmente en el capítulo defensivo. Durante la fase de clasificación para la Eurocopa sólo han recibido dos goles.Clemente definió a su rival como un equipo fuerte y seguro de su juego. "En el partido con Rumania tuve la impresión de que nunca peligró su victoria, a pesar de jugar mal durante los veinte primeros minutos", declaró el seleccionador español, molesto por el poco crédito que, en su opinión, ha recibido su equipo, también invicto desde el Mundial de Estados Unidos. O sea, dos años.
Jacquet ha construido una selección sólida, menos atractiva que aquella que conquistó la Eurocopa del 84. La principal diferencia está en el medio campo. Aquella línea deliciosa, integrada por Platini, Tigana y Giresse, ha sido relevada por un medio campo dinámico y pegador: Karembeu, Deschamps y Guerin. La creación está reservada a los media punta, Djorkaeff y Zidane, que tienen la virtud de complementarse detrás del robusto Dugarry, un delantero laborioso, un poco inglés.
Detrás de los titulares se pueden encontrar jugadores con los viejos valores del fútbol francés, gente como Pedrós y Corentin Martins, que da una versatilidad enorme al equipo, capaz de interpretar varios papeles: la selección dura y tenaz o el conjunto intuitivo y delicado.
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