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EURO 96

Holanda resucita con Cruyff

Suiza no pudo superar el talento del conjunto que prepara Hiddink

José Sámano

Frente al atrevimiento: gallardía. No hay mejor costura. Lo sabe Artur Jorge, el técnico portugués, seleccionador de Suiza. Quizá lo encontrara en los libros, porque tiene estudios -literatura, filosofía- o en su amplia carrera en la banqueta. Porque ayer demostró que también sabe leer el fútbol, masticar de forma analítica este juego. Pero hay algo que no se encuentra en el mejor vademecum: el talento. Y en Holanda es un código genético.La nueva y extraordinaria generación holandesa vivió buena parte de la noche aturdida, pero de alguna manera encontró un premio merecido a su persistencia en cosechar talentos. Cierto que Jordi no es el mejor de la serie -de momento, un buen futbolista-, pero sí el más representativo. Por eso su gol, el que alivió un áspero choque con los suizos, fue un gol casi mitológico para la hinchada, sellado por un apellido grapado de por vida en sus corazones.

El examen era de una exigencia, casi suprema: la modesta Suiza frente a la paradisiaca Holanda, ni más ni menos que el manantial del fútbol europeo, el conjunto más perfilado para el ataque del planeta. Frente a semejante arsenal, siempre cabe atrincherarse, no como un acto de cobardía, sino como un lícito ejercicio de supervivencia. También se puede golpear antes de que te fulminen. Y lo hizo Suiza. Tomó el partido al asalto, con tres puntas -Chapuisat, Grassi y Turkylmaz-, una línea recta de cuatro zagueros y tres centrocampistas.

El efecto fue inmediato. Holanda, que sólo juega con tres defensas, dos para la marca y uno de escoba, tuvo que retrasar a Seedorf, situado en la pizarra como eje por delante de la retaguardia. Así, un equipo al que le cuesta defender -la falta de costumbre- tuvo que apretarse en la destrucción. Retrasado Seedorf a la posición de ¡central¡, Holanda se cegó.

Holanda se puso en manos de Bergkamp, ayer menos bucólico que otras jornadas. Pero durante buena parte del duelo sólo él pudo inquietar a los suizos. Con el partido en el columpio, Hottiger estuvo a punto de marcar. Un mal bote, de la pelota le impidió acertar un remate solitario tras una acción exquisita de Vogel. Al instante despertó Jordi, oscuro toda la primera tarde. Primero que le sacaron sobre la raya un cabezazo que llamaba al gol y luego, con el partido en el alero, con un trote de ida y vuelta hacia cada área, acertó con la izquierda y puso de cara un enrevesado partido para su equipo. Su lustroso apellido retumbó en Birmingham, en el corazón del fútbol europeo y el alma de toda una nación.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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