Colillas croatas en Sherwood

Un cenicero repleto de colillas hubiese sido lo más común del mundo en cualquier otro lugar. Pero no sobre la mesa alrededor de la que departen los jugadores de una de las selecciones de la Eurocopa: Croacia, un equipo tan afamado por su talento como por la tendencia al pitillo de algunos de sus jugadores: Prosinecki, Suker, Boksic... Este último apuraba el penúltimo cigarrillo a la espera del estreno de su equipo ante Turquía.En pleno bosque de Sherwood, el lugar que Robin Hood convirtió en leyenda, en un club privado con medidas extremas de seguridad, la selección croata trata de reafirmar su nacionalismo a través de un éxito futbolístico. Ayer ganó, pero no convenció.

Algunos jugadores no aprueban la proximidad de los informadores españoles. Es el caso de Suker, que respondió de mala manera cuando alguien sólo quiso saludarlo. Más cortés estuvo Prosinecki -dijo ¡hola!- y sobre todo el ex jugador del Cádiz Stimac, que accedió a oficiar de intérprete con el nuevo jugador del Hércules, Pamic. Y, el delantero del Padova que ha firmado con el Valencia, se quedó de piedra cuando se le comunicó que el equipo valencianista ha contratado a Romario.