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Entrevista:

"Mi ambición no pasa por sustituir al presidente Pujol"

Jordi Pujol acaba de nombrarle presidente de la delegación catalana en la comisión mixta de traspasos, dando carácter institucional a su protagonismo en las negociaciones entre CiU y el nuevo Gobierno del Partido Popular. Este nombramiento ha levantado suspicacias entre dirigentes de Convergencia, que recelan de las intenciones del socio de coalición.Pregunta. ¿Desde su nuevo cargo se limitará a negociar traspasos o actuará como una especie de embajador plenipotenciario de la Generalitat ante el Gobierno de Aznar?

Respuesta. La comisión de traspasos tiene un papel políticamente tasado:. concertar las transferencias. Esto no quiere decir que en la negociación política en general con el Gobierno no vaya a tener también un papel. Lo tendrán singularmente las tres personas que han seguido todo el proceso de negociación: Joaquim Molins a la cabeza, Josep Sánchez Llibre y Maciá Alavedra. Pero el presidente [Jordi Pujol] y yo continuaremos teniendo, cada uno según sus posibilidades, nuestro papel, porque, más allá de los traspasos, lo que quiere CiU es abrir, con serenidad, sin prisas, un debate con el Gobierno, y no sólo con él, sobre el encaje de Cataluña en España. Un encaje que pasa por plantearnos en serio si el desarrollo del Estado de las autonomías, tal como se ha llevado a cabo, puede continuar y da una respuesta satisfactoria a la necesidad política de autogobierno que teníamos unos en función de una identidad nacional.

P. Su nombramiento, que algunos han identificado como su consagración como número dos de la coalición, ¿significa que CiU goza de mejor salud de la que se le atribuye o responde a que usted y Pujol se entienden mejor que sus respectivos partidos?

R. Quiero dejar constancia con toda claridad de que es un error interpretar que este nombramiento significa que el señor Duran Lleida pasa a ser el número dos de la coalición. CiU tiene un dirigente indiscutible, que es el presidente Jordi Pujol. A partir de ahí, lo que hay son dos partidos que tienen sus formas particulares de operar, y Unió no funciona con nomenclaturas de número uno u otro. Esta sería una apreciación objetiva. Hay otra subjetiva. Si a alguien no le interesa hablar de número dos, porque es consciente de lo que viene a continuación, es a quien está hablando. El peor servicio que pueden hacerle al señor Duran Lleida es decir que es el número dos de la coalición. No es éste el papel que (quiere tener.

P. ¿Y en cuanto a las relaciones con Convergéncia?

R. Las relaciones entre Unió y Convergéncia son las que deben ser entre dos partidos diferentes que, en la medida que tienen una implantación territorial e intereses legítimos de partido, topan. Pero quiero recordar unas palabras de Pujol: si hay problemas en el partido socialista, en el PP y en Iniciativa per Catalunya, es lógico que también los haya en CiU. Pero, con toda seguridad, la coalición es la fuerza política catalana que funciona con menos disfunciones internas. Las buenas relaciones entre Pujol y yo ayudan, pero también ayuda que todos nosotros somos conscientes de que CiU es la fuerza que mejor puede concentrar, más allá de los resultados electorales, la capacidad de cohesión y de proyección de Cataluña.

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P. El pasado jueves, al pronunciar una conferencia, se le presentó como un posible presidente de la Generalitat. ¿Es esa su ambición?

R. No, de ninguna manera. Y seguramente debe costar entender que no) lo sea, porque una de las definiciones caracteriológicas que de tanto en tanto se me dedica es que mi ambición es sustituir al presidente Pujol. Yo no tengo esta ambición. Y quien me conoce sabe que no la tengo y que no es ése el móvil de mi acción política. Yo creo en Cataluña, en la sociedad de Cataluña, creo en la posibilidad de convivir desde el respeto a las identidades diversas de los pueblos y naciones que integran España y creo que UDC puede ayudar a que esto sea así. Y es a partir de ello que mi gran ambición es hacer de UDC un partido que cuanto más apoyo social tenga, mejor. Mi vida política gira en torno a esto y a nada más que esto,

P. La izquierda catalana ha abierto un debate sobre la conveniencia (le ponerse de acuerdo ante las elecciones locales y autonómicas de 1999 y cuenta con captar votantes de CiU descontentos con el pacto con el PP. ¿Teme que pueda ser una amenaza electoral seria?

R. Ese es un debate que hay que observar con respeto. Es un debate legítimo, pero que, sinceramente, no traerá buenos resultados, porque no se corresponde a la voluntad de los partidos de izquierda, sino que ha sido construido intelectualmente por personas de gran capacidad, como, Raimon Obiols o Rafael Ribó, pero que no es la expresión y la voz unánime de sus partidos, sino una huida adelante de esos dirigentes por los problemas internos de sus organizaciones. Además, si lo que se quiere es trasladar la experiencia italiana del Olivo a la política catalana, hay un error conceptual de quienes formulan esa idea, porque en el Olivo italiano la fuerza más importante después de la comunista es la Democracia Cristiana y de ese mundo procede el candidato que la izquierda ha exhibido como bandera. La izquierda catalana no podrá ganar elecciones en tanto no se presente con una rostro muy destacado de centro. Y si los socialistas llegaran a formalizar una unión con IC no gravitarían hacia el centro, sino hacia la izquierda. Por tanto, no tengo miedo a que eso pueda ser una competencia.

P. Hace un mes usted decía que el nuevo Gobierno, si quería subsistir, debería tomas decisiones valientes, sobre todo en el ámbito económico y social. ¿Está siendo valiente? La impresión es que vacila, concreta poco y lanza mensajes contradictorios.

R. No me preocupa que no haya sido valiente en estas primeras semanas en el poder. Me preocuparía si en otoño no ha tomado algunas decisiones importantes. Es una asignatura que debe aprobar, pero aún no ha llegado la hora de poderle evaluar por lo que aún no ha hecho. Sería injusto.

P. ¿Qué decisiones debe tomar?

R. Hay dos grandes líneas de actuación socioeconómica, interrelacionadas pero que hay que priorizar. La primera tiene, que ver con la reducción del déficit, que se ha de conseguir con recortes presupuestarios, privatizaciones y liberalización de determinados servicios, y mediante el impulso de aquellas medidas que el margen fiscal permita de apoyo a la economía productiva y de impulso al consumo. Esta primera etapa deberá tener una concreción, y estoy seguro de que la tendrá, con unas medidas urgentes, en las próximas semanas, y deberá tener continuidad en los próximos meses, con privatizaciones y con una nueva reducción del, déficit reflejada en los Presupuestos para el año próximo.

P. ¿Y la segunda línea de actuación?

R. Hay que plantearse qué hacer con el Estado de bienestar. Soy partidario de la continuidad de un esquema que garantice una sociedad de bienestar, pero para ello hay que transformar la actual estructura del Estado de bienestar. Que no pasa por dejarlo a cero, pero sí por reducirlo de manera importante, aplicando el principio de subsidiariedad, dando paso a que sea a las personas, a la iniciativa privada, a la iniciativa social, a quienes se encargue la responsabilidad de atender algunas prestaciones que hoy están en manos del Estado. No se trata de privar a nadie de los derechos socioeconómicos, sino de reformar lo que haga falta para garantizarlos. Ahora se pueda dar un primer paso, contando también con el partido socialista, aplicando el Pacto de Toledo.Más allá, a través del diálogo sincero y abierto, sin matar al mensa jero, sino entrando a fondo en el mensaje, deberíamos abordar otras cuestiones de la reforma del Estado de bienestar.

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