"Las encuestas no son una verdad inexorable que deba determinar la acción política"
Pudo ser ministra de Medio Ambiente, pero rechazó la oferta porque consideró que no domina ese campo. La victoria del PP en las últimas elecciones la ha llevado finalmente al cargo para la que era firme candidata: la presidencia del Centro de Investigaciones Sociológicas. Pilar del Castillo, 44 años, doctora en Derecho, especialista en partidos políticos y comportamiento electoral, es. la persona del PP que desde ahora dirigirá este organismo público sobre el que Alfonso Guerra ejerció un férreo control en los primeros años del Gobierno socialista.Del Castillo ha llegado al CIS cinco meses después de aprovarse una ley que dictamina cómo debe ser la organización del centro para que el cúmulo de información que maneja el instrumento discrecional del Gobierno. También llega justo después de los más espectaculares fracasos de las encuestas electorales públicas y privadas.
Pregunta. El CIS ha arrastrado la fama de ser un organismo hermético, al servicio del Gobierno. ¿Piensa mejorar la imagen del CIS con una mayor transparencia?
Respuesta. Hasta 1993 no había ninguna normativa que obligara al CIS a ser transparente y el Gobierno podía utilizar su trabajo con enorme discrecionalidad, lo que era legítimo. Es a partir de 1993 cuando una orden ministerial reconoce la obligación de establecer el acceso universal al banco de datos. Pero aún hay problemas de falta de transparencia, porque, por ejemplo, cada petición de datos debe estar autorizada por el director del CIS. Una de las primeras cosas que hay que hacer es conectar nuestro banco de datos con otros nacionales e internacionales. Pero si necesitan esa autorización cada vez es imposible establecer una conexión por ordenador on-line, por ejemplo.
P. Llega usted en mal momento a un centro que vive fundamentalmente de las encuestas, cuando éstas han vivido estrepitosos fracasos.
R. El conocimiento de una realidad social por medio de una encuesta tiene un valor para la acción política, pero no puede determinarla, porque las encuestas tienen limitaciones. La información que proporciona una encuesta es muy relevante, pero no son una verdad inexorable e incontestable. Si partimos de esta base, ya es más fácil relativizar su papel. ¿Qué ha pasado en las últimas elecciones? No se si ha habido problemas estadísticos a la hora de atribuir los indecisos (los "no sabe no contesta"). Yo creo que la cosa va en parte por ahí. Otro asunto que ha afectado" es que probablemente la victoria del PP se daba por descontada y por una diferencia muy notable con mayoría absoluta. Eso ha animado esos movimientos al final de la campaña. Muy probablemente, la diferencia hubiera quedado en cuatro o cinco puntos de diferencia entre el PP y el PSOE.
P. Pero es que, en este caso, ni siquiera acertaban las encuestas a pie de urna. ¿No será que la gente está harta o que miente por pura provocación?
R. No lo creo. Respecto a las encuestas a la salida de los colegios electorales, es que son como una intromisión en una decisión relativamente íntima del elector. Hay un cierto rechazo psicológico. Creo que lo que más abunda es la no respuesta, más que la respuesta falsa. Respecto a las otras encuestas, quizá no nos acordamos de los resultados de sondeos anteriores. Lo que pasa es que antes de 1989 se daba todo por supuesto y había poca competencia interpartidista y las encuestas quedaban en segundo plano.
P. ¿Cuáles cree que han sido los cambios fundamentales de la sociedad española estos últimos años?
R. En términos generales, la sociedad española ha sufrido un proceso de modernización. Es una sociedad que está más cercana a las sociedades europeas de su entorno. Pero no veo rasgos únicos en estos momentos que nos diferencien. En la sociedad. francesa ha aparecido, por ejemplo, la xenofobia. En España no, existe el problema, así que no ha habido un cambio de actitudes y valores a este respecto. En términos políticos, el asentamiento de los sistemas políticos es lento y cuarenta años de franquismo han tenido consecuencias sobre el nuevo sistema democrático. La formación de la élite política ha sido lenta también. De ahí que los líderes políticos españoles sean tan jóvenes, porque los partidos han tenido que renovarse. Lo hizo el PSOE, jubilando a la vieja guardia, y lo ha hecho el PP, con un proceso de reforma ligado a un cambio generacional.
P. ¿No ha habido también un proceso de moderación por ambos lados, a derecha e izquierda, en la sociedad española?
R. La sociedad española es, desde el principio, muy moderada. De hecho en las primeras elecciones en 1977 los resultados arrojan una ubicación que sitúa al grueso del electorado en el centro. Es una sociedad muy moderada que encaja bien los cambios políticos porque todos intentan ocupar el centro político. En 1982, con la desaparición de UCD, el Partido Socialista ocupa el centro político. AP primero y el PP después intentaron sin éxito hacerse con él, hasta que en 1990, con Aznar al frente, empieza el proceso de reforma. Los primeros apuntes de la victoria de ahora se vieron ya en 1991, cuando en términos absolutos el PP mantuvo sus resultados, pero se hace, por ejemplo, con la mitad de las capitales de provincia.
P. ¿Cree usted que han sido los escándalos y los casos de corrupción han sido decisivos en la llegada de Aznar a la Moncloa?
R. Se ha demostrado que su impacto ha sido menor del que se esperaba. Si no, no se explica el número de votos obtenidos por el PSOE. Los electores tomaron una opción muy racional. Probablemente pensaron en quién les beneficiaba más, quién defendía mejor sus intereses y cubría sus necesidades y votaron al PSOE; probablemente también por desconocimiento del contrario.
P. ¿Por qué rechazó la cartera de Medio Ambiente?
R. Cuando recibí la oferta sopesé todo durante unas cuantas horas. Pensé en qué competencias iba a tener ese ministerio, su estrutura... Comprendí que yo no debía aceptarlo porque debía tener una mínima preparación sobre ello. Si hubiera sido otro tipo de ministerio, lo hubiera aceptado, pero Medio Ambiente... Tenía que decir que no por un mínimo de responsabilidad política. Lo sentí una barbaridad, porque me hubiera gustado mucho ser ministra.
P. Usted proviene de grupos universitarios de la izquierda como Bandera Roja, que luego se fusionó con el PCE. ¿Cómo explica su proceso político hasta llegar al PP?
R. El mío es un proceso de manual. Cuando yo llegué a la facultad de Derecho sólo funcionaban los grupos de izquierdas. Si tienes 18 años y alguna sensibilidad política es lógico que entres ahí. Después muere Franco e inicias tu vida profesional, abandonas un poco la política, y maduras. Puedes discenir entonces en qué medida te interesaba sobre todo la libertad. Y, además, cae el muro y hay cambios importantes en el mundo. En fin, un comportamiento de manual. Empecé en la izquierda, luego estuve en partidos emergentes, la operación reformista y demás, y he terminado en el PP.
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