Atropello

Son las 21.05 del 8 de mayo. Paso en mi coche por la avenida de la Ilustración por debajo de Los Arcos. Voy deprisa porque llego tarde para recoger a mi hija. Aun así, veo en el centro de la calzada a una pareja de chicos jóvenes, arrodillada al lado de un perro echado en el suelo. Por la expresión de la cara de la chica me doy cuenta de que se tiene que tratar de un atropello.No puedo parar, pero a la vuelta, veinte minutos más tarde, veo que todo sigue igual, sólo que ahora hay un coche de policía con tres agentes.

Pienso que, estando la policía, el tema estará. encaminado a una solución. Pero paro por si acaso puedo ayudar. Noto una confusión absoluta entre las chicas que se habían congregado en el lugar del accidente, y los agentes no saben qué hacer. El Centro de Recogida de Animales de Cantoblanco está cerrado por la noche. Propongo llevar a la perra (porque resulta que se trata de una perra) a mi veterinario.

Conseguimos meter al pobre animal, que debe de estar reventado por dentro, en mi coche, y vamos, seguidas de la policía y de una de las chicas que había auxiliado, a la clínica.

Mi veterinario aparece enseguida, ve muy mal a la perra y no queda más remedio que dormirla. Una perra abandonada que por lo menos tuvo el privilegio de que, mientras moría, le acariciasen varias manos y le llorasen algunas personas. También consiguió que dos policías, muy sensibles con el caso, varias mujeres y un veterinario se sintiesen unidos en el dolor y la lucha por una causa perdida.

Porque una causa perdida es la de los animales en este país, donde se puede atropellar a un animal y no pararse, donde la policía no sabe adónde dirigirse y donde una perra -que resulta que llevaba microchip- es abandonada sin consecuendia alguna.

Posdata. Sé que existe una Ley de Protección Animal en la Comunidad de Madrid...-