Ballesteros: "Si paso el corte será un buen resultado"
Realista y con la moral baja, el español prepara su 20º Masters
Hay que ser realistas: no estoy bien". Ni siquiera el espectacular acceso a la casa club del Augusta National Golf Club, un rito más dentro del ritual del Masters, le vale a Severiano Ballesteros como ceremonia de autoengaño un martes gris y húmedo, dos días antes de que comience el torneo. Sabe adónde llega y cómo llega. Por algo es el vigésimo ano consecutivo que lo hace el español que ganó el Masters en 1980 y 1983. "Si paso el corte, será un buen resultado", dice. Y después se deja felicitar. Ayer cumplió 39 años.Puede que la edad le haya descompuesto la carrocería, como dice él de todos aquellos que como él se acercan a los 40 contabilizan do achaques en la espalda, pero también le ha dado razones para mirar a la vida cara a cara. Y no hacerse falsas ilusiones.
"He estado seis meses sin jugar, y después, cuando he querido jugar, no he podido. Algunas veces he estado mal de la espalda; otras mal de juego. Físicamente no estoy como yo quisiera- no estoy bien, mi moral está baja. He hecho ocho vueltas en ocho meses. He perdido el instinto de competición. Sin jugar y con la espalda mal...".
Cuando en septiembre de 1995 Ballesteros -el único español en Augusta- decidió tomarse unos meses de. descanso, sabía lo que pasaría después. Pero tal era su agotamiento psíquico que no dudó en dar el paso. "Todo lo que me pasa ahora", dice tras explicar que acaba de salir de una conjuntivitis, que está empezando a inflamársele la garganta y que de vez en cuando le dan unos espasmos paralizantes en la zona lumbar, "todo lo que me pasa ahora es una cosa normal". "Me va a costar mucho recuperar la forma. Hasta julio [Open Británico], agosto o septiembre no creo que esté bien".
En el mes y medio de 1996 que lleva compitiendo desde su regreso -cuatro torneos: en dos no pasó el corte y en otro se tuvo que retirar-, Ballesteros ha tenido que soportar consejos médicos de varios jugadores, lo que ha agudizado su sentido del sarcasmo: "Todo el mundo tiene el mejor médico. Todos me recomiendan uno. Todos saben mejor que yo lo que yo tengo". También, más dolorosamente, soporta las ironías de recién llegados. "Alguien dice una cosa y todo el mundo se lo cree. ¿Quién es Robert Gámez para decir que yo juego mal? Eso es como si se diera crédito a cualquiera que pasa por la calle. Hacer caso de lo que dice Gámez, vamos... Un niño mimado, uno que sabe español pero que con Txema y conmigo siempre hablaba en inglés". Robert Gámez, un jugador americano del montón, declaró que le daba pena ver jugar a Ballesteros y que no le miraba porque le distraía.
"Por lo menos puedo venir a jugar. Estoy encantado de tener la suerte de poder estar, porque otros., ni eso". Cuando hacía estos comentarios refiriéndose a Txema Olazábal, Ballesteros aún no había recibido un sentido fax del ausente vasco. "Juega natural y olvidate de tus males", le pedía el enfermo Olazábal. Tampoco éste había recibido una tarjeta de ánimo enviada por todos los jugadores extranjeros del Masters. "Echo mucho de menos a Txema", dice Ballesteros. "Y no sólo porque ahora no, tengo un amigo con quien entrenarme. Anoche mismo en la cena lo comentaba también Gary Player [legendario jugador surafricano]. Así que le mandamos una postal de ánimo".
"O me retiro o sigo adelante. Y no quiero retirarme". Ballesteros se aleja hacia la casa club seguido por su esposa, Carmen Botín. Consciente de que si pudiera rendir al nivel en que lo hacía en los años ochenta nada se le resistiría. Y tampoco es para tanto. Más se perdió en Cuba.
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