El Athletic resuelve con oficio ante el Salamanca
Los últimos deberes del Athletic los había hecho Carlos García un 3 de enero frente al Zaragoza. Su gol, in extremis, valió entonces tres puntos. Tres meses y pico después el jugador cogió papel y lápiz y retomó un punto y aparte para marcar un gol tan dudoso como eficaz. Habían pasado 681 minutos entre una y otra circunstancia, el tiempo que media en el infierno en el que se había sumido el Athletic más vulgar de los últimos años.Sabido que el encuentro tendía al encontronazo, Amorrortu apeló a la experiencia, a la sabiduría por encima de otras virtudes. Enfrente D'Alessandro no quiso perderle la cara al partido al menos sobre la pizarra pero sus arañazos apenas dibujaron leves rasguños en el rostro rojiblanco.
El gol de Carlos García, tras un centro de Larrazábal, rompió los planes salmantinos. El balón fue tan confuso como todos los que no alcanzan la red. El juez de línea se fue al centro y a decir verdad nadie vislumbró en el campo el bote del balón. En cualquier caso el gol bilbaíno era el fruto exclusivo del tesón, de la ambición de las virtudes de quien lucha sólo por la supervivencia. El Salamanca hasta encajar el castigo no asomó la cara. Un remate de Del Solar y un posible penalti a Kiko fueron todos los argumentos ofensivos de un equipo que se maneja con estilo pero sin profundidad. El botín le dio vértigo al Athletic y lo quiso conservar como un tesoro incalculable. Sin cerebros futbolísticos, por la ausencia de Urrutia y la lesión prematura de Garitano, el Athletic se fue a la cueva a la espera de mejores aires y mayores empresas.
Recuperado el aliento, los rojiblancos se quitaron el complejo de los supervivientes y a cambio hallaron la gentileza salmantina en dosis inesperadas. Valverde y Ziganda no son jugadores para desatornillar a un equipo pero entre sus cualidades figura el aprovechamiento de los regalos.
El Salamanca adoptó un talante samaritano. Ziganda, que no marcaba desde el 3 de septiembre, recogió un error infantil de la zaga rival para batir a Aizpurúa. El Cuco hizo honor a su apodo y se aprovechó de la generosidad para sentenciar la resurrección rojiblanca. Tres minutos después el propio Ziganda culminó un diseño inteligente de Guerrero con Valverde que puso el balón para Ziganda ante un nuevo ejercicio de indolencia defensiva rival.
El Athletic había solventado un partido apurado con mayor facilidad de la prevista. Sin aspavientos, sin fantasía. El Salamanca sólo marcó después su gol para el honor.
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