El Betis sea declara autosuficiente
Los de Serra Ferrer rozan Europa tras golear al Salamanca
La fuerza centrífuga de los sucesos devolvió el partido Betis-Salamanca al VIllamarín. El frustrado exilio dorado que la hinchada había preparado en Málaga desquició un partido al que le sobraba contenido: el. Betis saltaba a la cancha rellenando el formulario de otro visado europeo mientras que el Salamanca señalaba la cita como la del penúltimo aliento. De la disyuntiva salió ganando el Betis. Desde ayer depende de sí mismo para reeditar la clasificación europea. Los béticos se declararon autosuficientes.El Salamanca fue poco más que una sombra. El Betis pasó por encima del equipo de D'Alessandro jugando al paso. El suyo fue un equipo desprotegido, con un aire patibulario imposible de disimular. Salió encogido, con la mueca del susto pintada en las caras de sus 11 futbolistas. D'Alessandro se ahorró la lectura de muchos capítulos. Presentó un dibujo descaradamente abigarrado en torno a su portería. Era un riesgo mayúsculo. Se trataba de vivir quemando etapas, de sobrevivir a expensas del minutero: cinco minutos sin goles, 10 minutos sin goles, 15 minutos sin goles ... cada tramo representaba un guiño a la supervivencia. Mantener tal nivel de sacrificio fue tan ingrato como estéril. Al cuarto de hora, el Betis había avisado media docena de veces, por la derecha (dos llegadas de Kowalczyk), por la izquierda (un achuchón de Josete y un latigazo de Sabas) y por el centro (un par de sustos de Alfonso que se quedaron en quiebros barrocos). El Betis había rubricado su dominio con el motor a medio embragar. Tales eran las miserias del Salamanca.
Saltó la liebre en una jugada sin cocinar. El Betis se adelantó en una jugada ajena. Ni siquiera tenía el balón. Josema cedió a su portero un saque de banda, a Aizpurua le traicionaron las manoplas y se le escurrió la pelota entre las piernas. Alfonso tuvo que frotarse los ojos antes de marcar. La concentración salmantina falló en una de esas jugadas que no necesitan estados de tensión y que dejan huella.
El partido tuvo un tímido giro. Del Solar tiró de su equipo con más dignidad que antes, Vellisca apareció a ráfagas y Latorre dio algún sentido al ataque. Pero todo se fraguaba sin ritmo. El Betis siempre estaba sobre aviso. Las tres o cuatro respuestas del Salamanca nunca llegaban a Jaro en buenas condiciones. El Betis mantuvo la pauya anterior. Se tomó con calma el partido, dejó que la esquelética defensa rival preparara otro regalo y así engordó el marcador. La nueva renta llegó en un córner. Alfonso habría rematado hasta sentado: nadie le estorbó y hasta Aizpurua colaboró haciendo la estatua. Después, llevado por la corriente del partido (el Salamanca había firmado la rendición hacía un buen rato), el Betis logró dos goles más. Y hasta se quedó corto.
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