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AUTOMOVILISMO: FÓRMULA 1

El mito se funde con el ídolo

Schumacher trabaja ya para devolver a Ferrari a su senda triunfal

Ferrari, la mítica escudería de fórmula 1, lo espera todo de su reciente alianza con el actual ídolo de la modalidad, el alemán Michael Schumacher. Llegó el flamante bicampeón mundial a Maranello nada más bajarse del avión que le trasladó desde Adelaida a Italia tras haber pasado unas pocas horas en su domicilio de Montecarlo. La primera visita de trabajo a la fábrica italiana se saldó con un completo éxito. El astro alemán es ya de la familia y los aficionados acudieron en masa a la pista de Fiorano a sólo 2.000 metros de la fábrica. Maranello se paralizó durante un día. Ni siquiera los niños fueron a la escuela. Todos estaban detrás de la valla que rodea el circuito para ver al piloto alemán sentado al volante de Ferrari, que este año llevará el número 1, algo que no sucedía desde la temporada 1990, cuando el piloto era el francés Alain Prost.Schumacher ha devuelto a Ferrari el número 1 y ahora tiene la difícil tarea de devolver al equipo a la senda victoriosa, para lo cual el alemán se ha dado un plazo de cuatro meses desde que comience la temporada. Schumacher ya ha dejado claro que él solo no puede hacer de la escudería italiana un equipo ganador y que será necesario el esfuerzo de todo el equipo para lograr triunfos.

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Después de una ligera toma de contacto con el coche, las pruebas de verdad comenzaron en Portugal, donde el piloto alemán comprobó la fragilidad del nuevo motor V10 de Ferrari, del que se rompieron las tres unidades que se utilizaron. Todo el equipo técnico, con el cerebro británico John Barnard a la cabeza, arropó al nuevo héroe de la afición italiana. Por el momento y después de mucho trabajo, Schumacher logró mejorar los tiempos conseguidos por los ex pilotos de Ferrari Gerhard Berger y Jean Alesi durante los entrenamientos del Gran Premio de Portugal, disputado a finales de septiembre.

La temporada que viene la vida de Schumacher no va a ser fácil. Va a estar presionado para que consiga algún éxito, aunque sea parcial, ya que según el propio piloto alemán no estará en la lucha por el título y estrenará un nuevo motor de 10 cilindros que pone punto final a la tradición ferrarista de motores de 12 cilindros, que ha perdurado durante 30 años. Salvo los años del motor turbo (de 1981 a 1988), en los que Ferrari corrió con un motor V6, la arquitectura del V12 ha sido siempre la elegida por la casa italiana, que adoptando los 10 cilindros sigue el camino marcado por Renault en 1989, camino que finalmente han seguido todos los demás fabricantes de motores. Incluso Ford, que ha corrido siempre con motores V8, ha reconocido la superioridad de los 10 cilindros y también en la próxima temporada tendrá un V10.La última vez que un motor Ferrari atmosférico disputó un Gran Premio fue en Estados Unidos en 1965, cuando la reglamentación estipulaba una cilindrada máxima de 1.500cc. En aquella ocasión un motor V8 de la marca italiana compartió posición en la parrilla de salida con dos V12.

Urgencias históricas

Para Ferrari la llegada de Schumacher es un reto casi tan importante como para el piloto. Si alguno de los dos fracasa, arrastrará inevitablemente al otro, de ahí la prudencia manifestada tanto por el equipo como por el piloto. Éste será un año de prueba y se les perdonarán los fallos y los errores, pero en 1997 no habrá tregua posible, y si Schumacher no logra cambiar la forma de trabajar del equipo italiano, puede que lleguen a 1997 sin estar preparados para luchar por el triunfo, algo que la afición italiana y Fiat, que ha pagado 6.000 millones de pesetas por dos años a Schumacher, no podrán perdonar.

La actitud del alemán en sus primeros días como piloto de Ferrari ha sido la de un alumno dispuesto a aprender y también a enseñar, aunque sin intentar imponer sus criterios de forma agresiva, sino razonando las elecciones técnicas que ha ido realizando para adaptar el coche a su forma de pilotar, muy diferente de la de pilotos como Alesi o Berger, que han juzgado el Benetton de Schumacher un coche inconducible con los reglajes del éste. Para este idílico matrimonio la carrera por el título ha comenzado y no tienen derecho al error.

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