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Induráin recibe críticas de sus colaboradores por consentir el triunfo de Abraham Olano

Carlos Arribas

"Olano fue el más listo". Después de la euforia, de la venta de españolismo, de la interpretación emotiva del gesto de Induráin que propició la gesta de Olano, las reflexiones en el entorno del corredor navarro tienden hacia un sentimiento de frustración y de enfado. El sueño de un Induráin batiendo el récord de la hora con el maillot arcoiris se ha roto. Lo que queda en frío es que Olano ganó el Mundial y que Induráin fue derrotado. Consideran, sin reprocharle nada a Induráin, que el navarro no puso todos los medios para la victoria, que se dejó vencer por un espíritu de compañerismo anacrónico.

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"Le falta el egoísmo que debe tener todo gran campeón. Si estamos preparados para ir a 140 y vamos a 120... Cuando te preparas para ganar sólo sirve la victoria", opinan los próximos. "Si fuéramos el Osasuna nos valdría quedar terceros, pero siendo el Madrid sólo nos vale la victoria. Su plata fue, así, una decepción. Una aventura no culminada por el éxito"."He roto las tablas de alguno", dijo Olano horas después de su triunfo, comparando tácitamente su preparación, que pasé por la Vuelta, con la de Induráin, que sufrió durísimos entrenamientos en Colorado. Todo el trabajo de un equipo, sin recompensa. El guipuzcoano quería ganar el Mundial y puso todos los medios para ello. "En una carrera como ésta no siempre gana el más fuerte", añadió el hombre que lucirá todo un año el maillot arcoiris. Lo estrenará el sábado en la Subida al Naranco.

El ciclismo no es como el fútbol: se trabaja en equipo pero sólo gana uno, no como la selección de fútbol; en la que triunfa tanto el que da el pase como el que mete el gol.

El control de la situación de la carrera se le complicó a Induráin cuando pinchó a falta de vuelta y media. Cambió de bicicleta y la nueva montura se le hizo extraña; además, sus piernas se resintieron por la lluvia -incluso pensó en abandonar. cuando se cayó Chiappucci y vio lo imposible que era el descenso- y no se encontró a gusto. "El cuerpo me funcionaba perfectamente, pero las piernas no me respondían al 100%", dijo Induráin. Olano aprovechó la cola de un ataque del navarro para soltar el suyo definitivo.

Induráin se quedó atado de pies y manos. "Si ataco a los que iban conmigo [Pantani y Gianetti], a lo mejor echo a perder todo, y no ganamos ni Olano ni yo". Induráin pensó en un principio que el ataque de Olano no sería bueno -"no sabía cómo iba Olano, porque se había quedado en las dos vueltas anteriores"- y que le venía bien para machacar a los rivales. "Después, la carrera salió como tenía que salir, no había vuelta de hoja. Pero bueno, quedan más rmíndiales". En el aire siempre queda la duda de qué habría pasado si Induráin ataca antes.

La fiesta de celebración de la selección española en el hotel de Paipa tuvo un aire forzado, de compromiso. Induráin y Olano sólo se juntaban o se daban la mano a requerimiento de los fotógrafos, en plan publicitario. Ni siquiera la actuación del seleccionador, Pepe Grande, caldeó el ambiente. Olano, que al cierre de esta edición había emprendido viaje de regreso a España, espera correr unos cuantos criteriums, una manera de rentabilizar el título. Luego, el campeón se tomará unas vacaciones.

Olano se compara con un lobo -"ataca en manada y en solitario"- Su triunfo es magnífico para el ciclismo español, que puede enseñar al mundo los dos mejores corredores y pensar que ya hay heredero. Pero no deja de ser triste que el mejor no ganara. Y que el que le derrotara yaya por la vía meteórica, una ruta dudosa en ciclismo. Le llegó la hora a los 25 años. Induráin tiene 31.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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