Fiestas fallidas en la cárcel de Soto
Las actividades programadas esta semana en la cárcel de Soto del Real, en torno a la Virgen de la Merced, patrona de los presos, muestran que esta prisión, que abrió sus puertas hace seis meses, es modélica sólo en arquitectura y seguridad. Actos como el concierto de Burning el pasado jueves, al que no pudieron asistir las mujeres, o ayer el del grupo Basida, quedaron deslucidos por falta de personal penitenciario.
La actuación ayer del grupo Basida no era cualquier cosa. Sus cinco miembros habían madrugado para llegar a tiempo a una cita que les prometía ser interesante: participar en una conferencia y ofrecer un recital. Así, a las 7.45, estos jóvenes voluntarios se levantaron con el ánimo de dar a conocer que tienen una casa de acogida en Aranjuez, que 15 profesionales residentes allí conviven con 35 enfermos terminales de sida, que ofrecen una alternativa de vida a aquellos que salen de prisión o son desahuciados.Basida llegó al centro penitenciario con tiempo de sobra para participar en la conferencia y ensayar sus canciones, algunas extraídas del cancionero popular y otras de su propia cosecha. Sin embargo, permanecieron una hora a la espera de que un funcionario libre les pudiera acompañar hasta el salón de actos. Una vez allí, descubrieron que ni conferencia ni charla ni coloquio; nadie sabía nada del programa al que habían sido invitados. El salón de 300 butacas apenas fue ocupado por una decena de personas, la mayoría periodistas. Sonreían, ensayaban y, de vez en cuando, preguntaban: "¿Cuándo llega el público?". Para responderles sólo estaba allí M. D. G., un pintor que redime su pena como técnico de luz y sonido.
Hacia la una de la tarde, dos horas después de lo previsto, los funcionarios trasladaron a unos 300 reclusos seleccionados al salón de actos. Entonces Basida pudo entonar su canto de esperanza y tras los primeros aplausos volvieron al descanso.
Poco después, el escenario fue ocupado por una comitiva de Confraternidad Carcelaria Internacional, encabezada por Charles Colson, uno de los primeros políticos que cumplieron condena por el caso Watergate, convertido ahora en un viajero predicador dispuesto a que los presos conozcan a Dios. Tras el discurso del orador estadounidense y una oración, Basida ofreció otras tres canciones. Poco más. A los asistentes al acto se les había agotado el tiempo fuera de sus respectivos módulos. De vuelta a sus celdas algunos presos agradecían los actos de esta semana, a pesar de su mala organización.
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