La tradición del Compostela
El Compostela está haciendo de ganar al Celta una tradición. El derbi gallego, el primero de los seis que deparará la temporada, acabó como los dos disputados en la anterior campaña: victoria para los de Santiago y el caos que cunde en el Celta. Por este camino, la inusual simpatía que ambas aficiones se profesan tiene los días contados.Carlos Aimar se había presentado con un equipo sensiblemente más ofensivo que el utilizado en la campaña pasada, tal vez por pensar que este año la permanencia no estará tan cara. Los laterales, Berges y Mariano presionaban más lejos de su área, el centro del campo no era plano y Gudelj encontraba apoyos constantes de Bajcetic y Eusebio. La presencia del ex barcelonista le da carácter al Celta. Eusebio pone la técnica en una zona del campo que quedó huérfana cuando Engonga abandonó el club. Juega y hace jugar, y ofreció a Gudelj balones que deberían haber sido suficientes para que el serbio abriese el marcador antes de que se complicase el partido.
Pero Merino convirtió en intranquilidad un encuentro que parecía encarrilado para los de casa cuando, a los 40 minutos, tomó camino de los vestuarios expulsado.
Se comprobó que Merino realiza un trabajo en absoluto vistoso pero efectivo. Eusebio y Bajcetic retrasaron sus posiciones y Gudelj quedó ya desasistido, aislado entre una nube de defensas y a veinte metros del a poyo más próximo. Fabiano, hasta entonces fuera del partido, cogió la batuta y el Compostela empezó a dejarse ver. Hasta entonces había sido un rival oscuro, sin la chispa que le permitió mantener la categoría en su estreno en Primera División.
Beneficiados por el caótico centro de campo vigués, Ohen y Christiensen empezaron a tocar balones. No fue ninguno de ellos, sino Bellido el que sentenció el encuentro. La jugada fue tan clásica como que un central suba a rematar un comer. La defensa contribuyó a dejarle cabecear a placer, pero sobre todo fue Villanueva quien puso la pelota en la cabeza del defensa del Compostela. El gol sólo contribuyó a aumentar el nerviosismo del Celta, un equipo que salvó milagrosamente la categoría en un verano repleto de incertidumbres y que empieza a pensar que verá la temporada desde los puestos más bajos de la tabla.
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