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Tribuna:HOGUERAS DE AGOSTO
Tribuna
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Las autoridades nos quieren bien

Salí de procesión con san Cayetano, pero no para pedirle pan y trabajo, porque eso se lo imploro anualmente a san Pancracio, tal como aprendí durante mi niñez en Barcelona. Al santo de Madrid roguéle por asuntos más elevados: que refuerce mi talón de Edipo-que en mi caso, son las rodillas-, que le dé un empleo fino y seguro a Butragueño y que salga bien el campo de golf que nos está poniendo el alcalde. Parece que me lo está concediendo todo, porque, aparte de que siento el rodillamen como para darle toda la vuelta a la tabla redonda de Ricardo III, al Buitre le ha confirmado su oferta un club mexicano, el Celaya, de ídem, una villa cercana a Guanajuato famosa por sus dulces y salsas de caramelo. Leo en la prensa, además, que en septiembre ya tendremos nueve hoyos municipales en donde enterrar nuestras pelotas con, al menos, el mismo estilo que mostraba el general Franco en el último capítulo de La transición, espléndida serie de Victoria Prego que tendrían que pasar en los colegios, e incluso en La Moncloa, por no decir en TVE -la Uno, claro- y en época y momento más aparentes.Ahora bien: ¿es México el país más indicado para un chico modoso como Emilio? ¿Deberemos temer por su integridad física -no olvidemos que cerca de allí, en Querétaro, se cepillaron a otro fichaje extranjero, el emperador Maximiliano-, en el caso de que no dé el rendimiento que se espera de él, cosa perfectamente razonable considerando que jugará a 1.800 metros sobre el nivel del mar? ¿Podrá tal vez el efecto tequila -no me refiero al económico, sino al de las margaritas- destruir el envidiable equilibrio de que ha hecho gala hasta la fecha nuestro querido héroe? Por temperamento, le iba mejor Japón, que cada cosa la tiene en un cajón, aunque últimamente se le desmadran las sectas, pero el santo no ha tenido un gesto.

Lo del golf sí que es un detallazo que estoy segura debe de tener color césped de envidia al resto de los municipios de las Españas. No hay como la derecha para comprender esta profunda necesidad que sentimos las clases bajas de salir al campo con unos palitos para deshacemos del estrés y otras tribulaciones que nos acosan. Ni siquiera a un alcalde del PSOE se le habría ocurrido afrontar un reto similar. Ya Menem dijo en su día, aludiendo a los jubilados que le reclamaban el pago de sus pensiones: "¿Por qué no juegan al golf, querelaja tanto?". Alvaréz del Manzano ha ido más léjos aún, posibilitando, con la creación del complejo deportivo, que no sólo los jubilatas, sino también los parados y los inmigrantes extracomunitarios alcancen la flema británica necesaria para que la sociedad no se derrumbe. Nuestras capas populares, si fueran agradecidas -que no, lo son: bastante tienen los pobres con lo que no tienen para, encima, ser buenas personas-, sacarían a Álvarez del Manzano todos los años en procesión. Podría hacerlo con Villapalos sentado en su brazo, a modo de Niño Jesús.

Madrid se está poniendo realmente surrealista a esta altura de agosto, por lo que creo que, en breve, trasladaré mi prosa a Marbella, en donde actúan la Triple A -Amigos de los Animales Abandonados- y otras lucidas ONG en traje de lamé, que dice el escritor Félix Bayón. De todas formas, para aquellos que, como yo, no pueden hacer vacaciones, les recomiendo un remedio de lo mas éficaz, consistente en leer detalladamente los Diez, consejos para veranear mas tranquilo que, dentro de la campaña Operación Verano 95, Programa de Seguridad en Viviendas, ha puesto en mar cha la Secretaría de Estado de Interior. Aparte de algunas recomendaciones, de Perogrullo -cerrar la puerta antes de irse, por ejemplo-, hay un consejo que predispone absolutamente a quedarse en casa: "Haga un inventarlo de sus efectos personales, indicando marca, tipo y número de fabricación, y procure marcar con su DNI los objetos de valor".

La hilaridad que produce es mayor si imaginarnos que es la propia Margarita Robles quien nos aconseja levantando el dedito.

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