Bus, mochila y bocata
Cerca de 250.000 viajeros han utilizado el autocar para sus desplazamientos en los cuatro últimos días
Una pandilla de 15 mochileros sentados en el suelo con un cancionero en la mano, monjitas vestidas de azul comiendo un bocata de jamón, monjitas vestidas de blanco, monjitas vestidas de negro, mamás con hijos y con un gatito en una jaula, grupos del Inserso que pululan despistados, mochilas enormes que parecen correr solas, porque de espaldas no se ve al chaval que la lleva... Ésta era la fotografía de la Estación Sur de Madrid, ayer, 31 de julio, a las cinco de la tarde.Mil doscientos cincuenta autocares en movimiento, entre entradas y salidas, eran las previsiones del jefe de la Estación Sur de autobuses. A esa hora sólo se contabilizaban 300.El cómputo de Enrique García Castro, el encargado de la pastelería de la estación, es elocuente: "Llevo 20 años como encargado de este establecimiento y hoy ha pasado por aquí casi la mitad de gente que otros años por esta fecha". Y además lo documenta: "Un día normal de finales de julio, a estas horas, ya había vendido más de 50 caas de agua, y de momento sólo he vendido 10. Esta estadística no fállá", añade.
El complejo para autocares en la multiestación de Méndez Álvaro, que sustituirá al vetusto hangar de la calle de Canarias, deberá estar terminado en julio de 1996. Así que la Estación Sur de Autobuses ha vivido este fin de semana su último éxodo agosteño, si los plazos de obras de la nueva estación se cumplen.
La teoría de que los usuarios salen escalonadamente de vacaciones es confirmada por los datos del jefe. de estación: el viernes 28 entraron y salieron de la estación 1.554 autocares, el sábado 1.100 y el domingo 1.114, y, además, mantenía su previsión para ayer, porque dice que el punto álgido de salidas es la medianoche. De esta forma, si cada vehículo transporta 50 viajeros, en estos días de fin de semana han pasado por la estación 250.900 veraneantes. Los viajeros se toman deportivamente la espera, soportando un bochorno de más de 35 grados a base de bocatas, música o charlas. La mayoría de ellos han elegido como destino la costa mediterránea, Andalucía, Galicia y Asturias, y dicen que si tuvieran coche no viajarían en autobús.
Antonio Huerta, de 16 años, viaja con su madre y dice que prefieren el autocar, porque el coche les da miedo. Lucas, su gato, les acompaña desde hace dos años en una jaulita, de plástico verde, a pesar de que la normativa prohíbe viajar con animales.
En la ventanilla de información hay una pantalla de ordenador donde, al lado de la banderita de varios países, dice "Infórmese usted mismo", y figuran las instrucciones de uso en español, inglés, francés y alemán. Es una pena que no funcione.
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