Metería en mis maletas el espíritu de corsario de Madrid"
Se estrena estos días en una tarea hasta ahora des conocida: dirigir un taller de pintura. Hasta mañana en El Escorial, Eduardo Úrculo (Santurce, Vizcaya, 1938) comparte una relación heterodoxa con otros, 15 "compañeros" inscritos en su curso, desde alumnos de Bellas Artes hasta pintores ya establecidos. "Yo no tenía ni idea de esto, vamos a ver como re áulta. El interés que tiene para mí esta experiencia es observar cómo se expresan estas 15 individualidades", comenta. A sus alumnos, en cambio, les interesa el individuo Úrculo, sus trazos de pintura, su tratamiento del color y sus temas, siempre como alegoría del viaje, los viajeros y sus circunstancias. "Desde este rompeolas de España que es Madrid es fácil pensar en el desplazamiento continuo; eso es la vida. La quietud es la muerte". Salvo periodos en París y en Ibiza, lo suyo fue un viaje hasta ahora definitivo, cuando se fue desde Santurce a Langreo (Asturias) y de Langreo a Madrid. Y aquí lleva 30 años. No es ésta, dice, una ciudad de viajeros, sino viajantes y turistas, pero en Madrid permanece.Pregunta. Desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde son muchas horas. ¿Cómo las organiza en su taller?
Respuesta. Trabajamos en torno a un tema que he propuesto con el fin, de que surjan libres interpretaciones. Se trata de una foto en blanco y negro; es una despedida de principios de siglo, una multitud acude a despedir un barco. Después hay que crear el color y yo les explico mi método de trabajo.
P. ¿Y no es extraño encontrar que un pintor muestre su técnica?
R. Yo no tengo problema porque, mi forma de trabajar no me pertenece.
P. Durante unos días se está librando del calor de Madrid.
R. Bueno, algo solamente. Desde luego, Madrid es una ciudad de excesos: cuando hace calor, hace calor de verdad, y cuando llovió, se inundó.
P. ¿En las maletas de sus cuadros y esculturas, aunque fuera alegóricamente, qué metería de Madrid?
R. El espíritu corsario que tiene la ciudad, la capacidad para el mestizaje. Sí, me llevaría esto a otros sitios donde la intolerancia nacionalista es más manifiesta. Realmente es cómodo no tener que estar en Madrid recordando los da tos de origen que figuran en el DNI.
P. ¿Qué tiene más historia, la mano de Botero al lado de una fuente o sus esculturas de maletas en la estación de Atocha?
R. ¡Hombre, yo tengo que defender lo mío! Ya tienen historia las maletas de Atocha desde que están allí [finales de 1.992]. Un día me quedé helado cuando me dijeron que entre las maletas había un recién nacido abandonado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.