Los socialistas madrileños 'resuelven' su derrota electoral ratificando a su ejecutiva

No hay crisis, no ha pasado casi nada, la derrota ha sido sólo "atenuada", tiene explicaciones estatales por la ola antisocialista que beneficia al PP y "hay razones hasta para la esperanza". El Comité Regional de la Federación Socialista Madrileña, máximo órgano entre congresos, resolvió ayer los malos resultados de las elecciones municipales y autonómicas en Madrid ratificando mayoritariamente a su ejecutiva, sometida a una cuestión de confianza.

El marcador registró 301 votos a favor, 2 en contra y 46 abstenciones. El secretario general de la FSM, el renovador Jaime Lissavetzky, había supeditado su continuidad y la convocatoria o no de un congreso extraordinario a esa cuestión de confianza. Ayer se congratuló por haber sido ratificado por el 86% de los asistentes. Apoyo superior incluso al que obtuvo hace un año cuando fue elegido en el VII Congreso de la FSM (82%). Sin embargo, el comité, lo forman 540 personas, luego 301 son apenas el 55%.Tampoco se esperaban grandes sorpresas. Un total de 72 dirigentes pidieron la palabra, 60 disfrutaron de ese privilegio durante más de seis horas y un grupo de media docena de renovadores de la base, equidistantes de las dos corrientes mayoritarias, se encargaron de dar la nota molesta.

"Vinieron todos", ironizaban guerristas y renovadores sobre el peso real de esos nuevos renovadores madrileños que han empezado a crecer en algunas agrupaciones de base y que nada tienen que ver con la renovación propugnada en su día por Joaquín Leguina.

Esos renovadores de la base fueron los únicos que analizaron los resultados electorales sin buscar disculpas ajenas y con una fuerza autocrítica sin barreras. Sus portavoces entienden como positivo el gesto de Leguina de retirarse tras la derrota -como valoraron ayer el resto de los oradores-, pero creen que las responsabilidades de ese fracaso son imputables también a Juan Barranco y su candidatura municipal, y sobre todo a dos piezas inamovibles de la estructura del partido en la FSM, su secretario de Organización, el guerrista Francisco Cabaco, y el presidente, José Acosta. "Actúan como si fuera su coto", denunciaron y pidieron dimisiones en masa.

Los críticos de la corriente Izquierda Socialista elevaron sus conclusiones hacia los efectos negativos que la política nacional del PSOE acarrea sobre ayuntamientos y comunidades, y volvieron a plantear la necesidad de abrir un debate sobre la sucesión de Felipe González.

Jaime Lissavetzky, en su intervención final, desmenuzó lo que a su entender quiere decir la expresión "derrota atenuada". Se mostró contento porque en Madrid no se haya producido el sorpasso o adelantamiento de IU al PSOE anunciado en varias encuestas y por haber superado las previsiones internas de número de diputados regionales. Esperaban 28 escaños, según admitió ayer, han logrado 32 y tenían 41. Además, comentó, en Barcelona se han perdido más votos porcentuales sobre 1991 que en Madrid. Sólo insinuó un aviso a los principales candidatos: "Leguina y Barranco son dos activos a no despreciar, pero hay que buscar la alineación adecuada a los nuevos tiempos".Barranco sí fue dramáticamente sincero ante sus críticos. Puso sus cargos como portavoz municipal y senador a disposición del partido, reconoció implícitamente posibles errores en la oposición durante estos últimos años, pero aseguró propósito de enmienda y trabajo en la calle para los próximos.