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CICLISMO

Rominger pierde sólo unos segundos por el desacuerdo de Ugrumov y Berzin

Rominger fue por una vez humano, pero Berzin y Ugrumov lo fueron todavía más. Si quedaba todavía alguna duda del triunfo final en el Giro del corredor suizo, ayer terminó de despejarse. Al intocable líder le fallaron las fuerzas en la última subida a la estación del valle de Aosta, pero a sus rivales les falló la inteligencia y el compañerismo para relevarse. Tampoco es que hubieran podido dar un vuelco en apenas tres kilómetros, pero sí dar un susto mucho mayor a Rominger que los 18 segundos escasos de diferencia con que finalizó la etapa. Quedan dos días para el término del Giro, y sólo una desgracia impediría que el jefe de filas del Mapei gane la carrera.Y todo eso sucedió cuando aún no se han acallado los ecos del desastre de la etapa del jueves, suspendida en los últimos kilómetros por el mal tiempo y por un alud de nieve que sepultó a una decena de personas, aunque sin mayores consecuencias. La polémica sobre la responsabilidad de lo que pudo convertirse en una tragedia aún continuaba ayer entre el gobernador de la provincia de Cuneo y la organización del Giro. Ésta dice que los expertos competentes en la materia habían evaluado como cero el riesgo de avalanchas.

En cualquier caso, la vigésima y antepenúltima etapa también se presagiaba como una avalancha de ataques contra el líder, Tony Rominger. La llegada en alto hacía prever que sus perseguidores intentarían restar diferencias en una de sus últimas oportunidades. Y así fue.

Triunfo de Utschakov

Los saltos se sucedieron desde el comienzo, y ya en el control de avituallamiento (kilómetro 93), el pelotón se fraccionó. Berzin quedé en el primer grupo, y Rominger, con Ugrumov, en el segundo. Al paso por Turín, un pinchazo del ruso provocó la unión, y a 78 kilómetros de la meta, al conúenzo de la larga subida final, saltaron el ucranio Utschakov y el italiano Ghiroto, seguidos por el ganador de anteayer, Pascal Richard. El suizo acabó uniéndose a Utschakov cuando Ghirotto ya se había descolgado y todo parecía indicar que conseguiría una nueva victoria. Sin embargo, para no ser sorprendido, el ucranio atacó a 700 metros de la llegada y no dio opción a su rival.Por detrás, el absurdo. Tras un ataque de Oliverio Rincón, le siguió Ugrumov y poco después Berzin, sin que Rominger pudiera hacerlo. Pero los dos hombres del Gewiss, lejos de ayudarse para sacar más ventaja, se atacaron entre ellos y permitieron que Rominger, manteniendo su ritmo inteligentemente incluso les descontara tiempo al final.

Hoy, la penúltima etapa, Pont Saint-Marin-Luino, de 190 kilómetros, tiene un trazado final muy accidentado.

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