Día de reflexion
Mañana es día de reflexión. Desconozco a quién se le ocurrió primero lo de darnos 24 horas de tranquilidad antes de la batalla, pero nunca viene mal que en una sociedad tan dada a los días señalados (del padre, de la madre, de los niños, de las mujeres, de los hombres, de los animales, patronos de diverso pelaje y muchos más) se institucionalice una jornada para visitarnos interiormente (un solo pero: nos priva del espectáculo de los animosos militantes intentando convencerte segundos antes de meter la papeleta en la urna. Incluso perdemos algún regalo, seguro).Más que nunca, no faltan motivos para la reflexión. Y no sólo política. Una reflexión que se tornará inútil cuando intentemos razonar el cómo y por qué existen personas tan desalmadas, por no decir otra cosa, que son capaces de asestar unas cuantas puñaladas a un joven por el mero hecho de que les había mirado mal. O cuál es el mecanismo cerebral que puede llevar a un individuo a presentarse armado con una escopeta de doble cañón, dos cuchillos, un machete y una navaja con la intención de cargarse a un portero de discoteca. Son los peligros de las reflexiones, el no encontrar salida a las cuestiones, la impotencia ante situaciones que se escapan de los caminos lógicos por los que se supone debería transitar el ser humano. Igual el problema radica en que, en estos casos, el adjetivo humano está equivocado, y el punto de partida a elegir sería el de la bestia.
Dejando al margen cabezas huecas y otras especies, tengo la sana intención de aprovechar el día de mañana para desenmarañar diversas cuestiones que se me han quedado un poco enredadas en esta campaña electoral. La primera es llegar a la conclusión de si realmente una campaña vale para algo. Anguita opina que el actual sistema de mítines por aquí, mítines por allá es inútil, además de muy costoso. No le falta razón. Los que van ya están convencidos. Lo vemos en la tele. Los asistentes están entregados desde antes del comienzo, y los oradores cuentan lo que los asistentes quieren escuchar, lo que, por lógica, provoca atronadores ovaciones. Partiendo de esta base, el objetivo es encontrar otra fórmula mejor, mágica sin duda. La de Anguita se cifra en debates televisivos de 3-4 horas. !Uf! Sólo pensarlo cansa. Seguro que hay salida. Si 25 millones de españoles reflexionan durante 24 horas sobre el tema, salen 600 millones de horas. Puede que sean suficientes. Aunque habrá que reservar algún tiempo para otras dudas.
El calendario dice que nos encontramos ante unas elecciones autonómicas y municipales. ¿Qué pintan entonces González, Aznar y Anguita protagonizando titulares, minutos de televisión, ataques y contraataques, echándose en cara lo mismo que hace un año, dejando en segunda fila a los auténticos protagonistas, los candidatos a alcaldes y presidentes autonómicos? ¿Es que acaso sus, partidos no son nada sin ellos? ¿A quién se debe votar, a Álvarez del Manzano, Ruiz Gallardón, Aznar o al PP? ¿Hay que castigar a González, Barranco, Leguina o al PSOE? ¿La izquierda es Herrera, Anguita o IU? (esta disquisición me va a llevar un buen rato, fijo).
Si queda un ratito, con el resto se puede disfrutar con las promesas electorales. En algo hay que creer, pues de lo contrario nos quedaríamos todos en casa. Con un poco de buena voluntad llegaremos a la conclusión que, gane quien gane, el futuro es inmejorable.
Barranco ha prometido que acaba con el problema del tráfico en un año. Álvarez del Manzano dice que Madrid está mucho mejor que hace cuatro años y que él no intentó prohibir la manifestación de los chirimbolos, faltaría más. IU insiste en que la solidaridad está de su parte, mientras los verdes destituyen a su candidato a presidente de la Comunidad por querer pactar con la izquierda autonómica. El PP jura y perjura que tiene un programa económico milagroso, aunque guarda sus cartas como un jugador de póquer, y el PSOE habla de recuperación.
Hay muchos temas más (¿cuándo se presentará, o la presentarán, como candidata a la alcaldía de Madrid Cristina Almeida?), pero 24 horas no son eternas. Tampoco hay que alarmarse. Quién sabe si dentro de unos meses no nos vemos en otra parecida. Entonces se nos concedará otro día de reflexión, necesario por si todavía se ha quedado algo en el tintero o hemos preferido pasar el día de mañana en el campo con los niños sin querer saber nada de votos, eslóganes y promesas, para acabar el día viendo por la noche en televisión el partido de futbol Barça-Madrid.
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