El espíritu de Víctor
La llegada de Víctor Fernández, un entrenador que se había curtido en equipos juveniles de la capital aragonesa y maduró a la sombra, de Antic e Ildo Maneiro, supuso el punto de inflexión en la trayectoria del Zaragoza. Se hizo cargo de un equipo abocado a la promoción, que salvó frente al Murcia, y ha ido acumulando éxitos año a año.Admirador de Johan Cruyff, compañero de Jorge Valdano, con el que comparte una vieja y profunda amistad desde su etapa como jugador del equipo aragonés, forma un perfecto binomio con el presidente. Solans le dio plenos poderes y Víctor se puso a trabajar en un proyecto de futuro.
Reconstruyó la convivencia en el vestuario, propiciando la salida de las vacas sagradas del Zaragoza, e inició una política de, fichajes de hombres jóvenes, con capacidad de progresión y, sobre todo, cuyo traspaso. fuera económico. Vivió a finales de 1993 su peor momento, cuando la grada de La Romareda le cuestionó, pero sólo un par de meses después comenzó a recoger los frutos de la planificación.
Ese año cayó en la final de Copa ante el Madrid, para alzarse con el título la pasada campaña, frente al Celta, y conquistar la tercera plaza de la Liga. La apoteosis no ha terminado. Esta temporada, el Zaragoza ha llegado a disfrutar del liderato de la Liga y tiene un pie en la final de la Recopa.
Víctor Fernández no pierde la compostura: "Mí idea es acabar el año de contrato que me queda, porque me gusta cumplir lo que firmo". Pero luego recuerda sus condiciones: "Hay que asociar a Víctor con un proyecto deportivo coherente. Hasta el momento ha sido así y espero que el Zaragoza siga por el mismo camino".
El tiempo es el principal enemigo de los entrenadores, pero Víctor asegura: "No me planteo el futuro. No es algo que me preocupe especialmente. Si se siguen haciendo bien las cosas no me importaría seguir más tiempo, pero en el momento que haya dudas me marcharía sin dudarlo".
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