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FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

Un golpe de suerte

El Atlético se alía con la fortuna y derrota al Valladolid

Basile ha inclinado la fortuna del lado del Atlético. Llevaba todo el año con la suerte de espaldas (más de uno diría que toda la vida), y con la llegada del técnico argentino se le ha puesto a favor. Tiró del azar en su debú, cuando Vizcaíno empató en el último minuto ante el Oviedo, y tir4 del azar ayer, cuando fue un jugador rival, Belodedic, el que le regaló el triunfo con un autogol inesperado. Basile ha llegado con una flor en el trasero.El Atlético logró una victoria fuera de casa, la segunda de la temporada, y pegó un pequeño salto en la tabla. Sigue abajo, pero con mucho más aire. La cita de Zorrilla, tan temible a priori, le dejó al conjunto rojiblanco un sabor dulce. Dos puntos y un debú, el de Paulino. Tuvo sólo 13 minutos, los justos para enseñar su aspecto. Tiene toda la pinta de un delantero centro a la antigua usanza, rocoso y peleón..

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Llegaba el Atlético descosido por las bajas. Sin el eje racial de su defensa, López y Ferreira, y sin el personaje oscuro pero eficaz que dota de equilibrio a su centro del campo, Vizcaíno. Tampoco estaban Abel y Pirri, pero éstos cargan con un papel más secundario. El Atlético se había alarmado ante el parte de guerra. No en vano, le hacía aparecer muy debilitado en una cita trascendente. Los contendientes se jugaban los cuartos. Valladolid y Atlético andan con los pies clavados en el barro.

Basile no alteró su esquema. Ajustó alguna posición, pero conservó el 4-4-2, con rombo centrado en el medio campo. Simeone hizo de Vizcaíno con gran eficacia. Caminero hizo de Simeone como volante derecho, y Geli se mantuvo como volante izquierdo. En el vértice superior del rombo, Manolo con la misión de cargar el equipo a sus espaldas. De Dobrovolski, en suma.

El Atlético jugó reunido en 40 metros, muy junto, como pedía su técnico. Se movió sin prisas. Llevó la iniciativa, tuvo más tiempo el balón, pero a un ritmo calmado que le permitiera sobrevivir entero más allá de la media hora, barrera ésta en la que solía caer desgastado hasta hace bien poco.

El Valladolid aceptó la propuesta del Atlético. Le concedió el dominio. José Moré recurrió a un dibujo muy parecido al de su oponente, pero con mucha más distancia entre sus líneas y con un sentido más defensivo. Su idea era la de hacer daño a la contra. Para ello esgrimió dos poderosas razones: Urban y Pedro. El polaco conoce su trabajo; sabe dónde colocarse y cuándo aparecer. Lo de Riesco es otra fórmula. Lleva el diablo en sus zapatos. El choque, en suma, se convirtió en uno de esos paisajes tácticos de los que tan cargado está el campeonato. De esos que quedan hechos trizas con un gol. Y éste, ayer, podía caer de cualquier parte. Del que dominaba con calma, el Atlético, y del que contragolpeaba con rapidez, el Valladolid. Y a lo peor, de ningún lado. Cuando se está en el sótano de la Liga vale todo menos perder.

El partido se abrió ligeramente en el último tramo. El Valladolid se estiró con más intención y fabricó sus ocasiones más claras. De paso, el Atlético encontró más espacios, no muchos, por donde entrar. Gracias a esos huecos encontró su gol. Aunque en realidad fue un regalo de la fortuna. Porque fue el azar el que transformó en gol ese silencioso pase de Ton¡ desde la izquierda.

El Atlético se llevó los dos puntos cuando sólo se había hecho, acreedor a uno. Ya lo dijo Gil hace siete días: "Basile nos ha traído la suerte". Al final va a ser verdad.

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