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¡Al rico entrenador!

Ocho años y veinte intentos después, Jesús Gil sigue a la búsqueda de su técnico ideal

Jesús Gil no se llena. Devora entrenadores a un ritmo frenético, pero no se agota. Sus números han batido todos los récords conocidos. En algo menos de ocho años, el banquillo del Atlético de Madrid ha rotado en 28 ocasiones y ha sido ocupado por 20 entrenadores diferentes. La cifra de futbolistas se dispara hasta rozar la centena. Sólo Tomás y Abel sobreviven a todos sus proyectos. Pero la voracidad de Gil no ha dado los frutos apetecidos Dos Copas del Rey y un pequeño puñado de torneos amistosos configuran todo el palmarés de su etapa. Ayer, el día en el que Alfio Basile debutaba como director de orquesta, el Atlético ocupaba plaza de promoción en igualdad de puntos con el descenso directo.El dueño del Atlético de Madrid justifica todas sus acciones en el principio de la propiedad. Ya lo hacía antes de hacerse legalmente con la entidad, hace un par de años, cuando tuvo que suscribir el 95% del capital social del club madrileño. Su mensaje populista encuentra respaldo en la calle. Muchos aficionados le creen ciegamente y, como él, culpan sucesivamente de los males del equipo a jugadores, entrenadores, árbitros, directivos de la federación o enemigos camuflados varios.

Hasta los medios de comunicación, críticos con Gil en el inicio de su carrera, tienden a verle como un personaje entrañable, demasiado castigado por la gente que le rodea.

Con todo, siguen apareciendo voces que señalan a Gil como el responsable de la enfermedad del Atlético. Por ejemplo sus propios entrenadores, muchos de los cuáles denunciaron constantes intromisiones en su trabajo. Algunos tuvieron que abandonar el club por no aceptarlas. Como Omar Pastoriza: Gil le dictó en vano una delantera formada por Lukic, Luis García y Alfaro y le exigió sin éxito que no jugasen Villarreal y Juanito. "Sólo he pretendido que se equivocara lo menos posible", se justificó después el directivo.

Régimen del miedo

El trato con los entrenadores repercute también en los jugadores. Por uno lado, tanto cambio genera confusión en el futbolista, que recibe grandes dosis de información táctica distinta cada dos o tres meses. Por otro, las injerencias de Gil provocan la desconfianza de la plantilla en el entrenador que las acepta. Y por último, como protestó Diego Barragán, ayudante del técnico Francisco Maturana, "el jugador sabe lo que va a pasar y se acomoda. Tanto al que le va bien, como al que le va mal. Está con una tranquilidad total porque sabe que el entrenador no manda".Para Pastoriza "el problema del Atlético de Madrid es Gil". "Crea a su alrededor", dice, "un ambiente hostil. La mayoría le tiene miedo y es muy difícil trabajar y jugar así". Francisco Maturana, el colombiano, puso lírica en su día a las palabras de su colega. "Este equipo", afirmó, "está hecho a punta de látigo. Y disiento que ésa sea la mejor manera de hacer las cosas. Está falto de cariño. El Atlético, es un equipo construido bajo el régimen del miedo".

Los propios jugadores, cansados de escuchar los insultos personales y directos de su presidente, han amagado varias veces con alzar la voz, Pero, al final, siempre callan. Miran los ceros de sus respectivos contratos y optan por guardar silencio. Sólo en el primer proyecto un grupo de jugadores exigió por escrito a Gil más respeto hacia la, plantilla. Luego uno a uno, los instigadores del motín fueron vengados: Landáburu, Arteche, Setién, Quique Ramos...

En función del resultado

Otra de las quejas que caen sobre el empresario son sus bruscos cambios de ánimo, siempre en función de un buen y un mal resultado. Del 1-0 al 0-1 es el camino que Gil necesita recorrer para pasar de la euforia más exagerada al más pronunciado pesimismo; del halago más cortés al insulto más feroz. Cuando llega a esto último, siempre aparecen las medidas drásticas. Y como se ve, siempre tiene al entrenador como la víctima más usual. Sus decisiones tampoco tienen un criterio claro. Lo mismo contrata a un preparador de corte estético y ofensivo (Menotti, Pereira, Maturana ... ), que ficha a un especialista del trabajo defensivo (Maguregui, Clemente, Ivic ... ); y lo mismo despide a un técnico por su buen trato con los futbolistas (Luis, D'Alessandro ... ), que por lo contrario (Ivic, Romero...). Baste como muestra el fichaje de Basile, un tipo que, dicen, busca la victoria a través del buen fútbol. El mismo día que negociaba su contratación, Gil barajaba la opción de Carlos Bilardo, un obseso del resultado a cualquier precio.El dueño del Atlético de Madrid no parece dispuesto a cambiar. "Como presidente de la sociedad", ha repetido con insistencia: "Opino sobre lo que me da la gana y me meteré en todo lo que considere beneficioso. A que no le guste, lo siento por él. Y si tienen que pasar 20 entrenadores, pues que pasen. Tengo 200 haciendo cola". Pidan la vez.

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