_
_
_
_

Los 25 goles de San Antoniño

Juzgado el presidente de un club gallego que acusó a un árbitro de propiciar una goleada

El presidente del San Antoniño de Barro, equipo pontevedrés de fútbol que militaba en Tercera División regional, pensó que algo raro debía haber sucedido cuando su equipo, perdió en casa por 25 goles a cero contra el Club Deportivo Meis. Ese día, el 7 de marzo de 1994 los jugadores del San Antoniño sólo tuvieron el cuero en sus botas cuando tenían. que sacar de centro tras haber encajado un tanto. Las sesudas tácticas y estrategias futbolísticas no podían hacer efecto en una escuadra reclutada ese mismo día y en- la que sus integrantes apenas habían jugado juntos.

La explicación hallada por el presidente, Manuel García Reboredo, fue 'clara: el colegiado del encuentro había sido comprado. Así lo manifestó el presidente al día siguiente en varias emisoras locales de radio. "Alguien, el presidente del Meis, le pagó al árbitro. No sé lo que le pagaron, pero sé que le dieron un paquetito allí mismo en el campo" . García Reboredo también manifestó que de los 25 goles 12 se lograron en fuera de juego. En las entrevistas, el presidente del San Antoniño parecía estar muy seguro de lo que decía: "Una palabra mía es un documento". Para corroborar sus acusaciones, Manuel García Reboredo se refirió a que muchas personas de Pontevedra se habían acercado a presenciar el encuentro y todas dijeron que "el partido estaba comprado".

Las acusaciones no fueron del agrado del colegiado del partido, José Ramón Barral, ni del Colegio de Árbitros, que presentó una denuncia contra el presidente por un supuesto delito de injurias leves. En la vista oral, celebrada ayer en un juzgado de Pontevedra, el procesado reconoció que había acusado al árbitro de haberse dejado comprar porque "estaba acalorado en ese momento". Casi un año después de la goleada encajada, el presidente parece haber perdido la memoria: "no me acuerdo exactamente de lo que dije. Sí ví como. le daban un paquete o un sobre al árbitro, pero no sé si eran las fichas federativas".

El colegiado quiere dejar claro que en ese partido no hubo soborno. José Ramón Barral está convencido de que su actuación no influyó en el resultado porque íncluso anuló cuatro goles al equipo visitante. Además, el dominio del Meis era aplastante, y así, "el portero del San Antoniño no llegó a tocar el balón".

Reboredo espera ahora la sentencia. El presidente se enfrenta a una multa de 100.000 pesetas y al pago de una indemnización de 500.000 al colegiado. Peor le puede ir si se acepta la petición de la acusación particular, dos años, cuatro meses y un día de prisión menor por un presunto delito de injurias graves. Aunque cabe esperar que el juez tome en consideración los alegatos de la defensa, para quien no ha existido una intención clara de injuriar: "Robar un partido", según la letrada que asistió al presidente del San Antoniño "es una expresión perteneciente al mundo del fútbol que no se puede tomar en su sentido literal".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_