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Vuelve el gran Athletic

El Betis quedó destrozado en un cuarto de hora

El Betis era una caja fuerte. Para su desgracia, en Bilbao perdió la llave. Ureña, Vidakovic y Roberto Ríos la escondieron en Sevilla con la esperanza de que nadie la encontrara hasta concluir sus respectivas convalecencias. El secreto duró apenas 20 minutos, los que tardó el Athletic en escarbar el centro de la defensa bética y encontrar un manojo a su disposición. La caja fuerte se convirtió en una caja de música que acompañó en 10 minutos los excesos goleadores de los rojiblancos. El gran Athletic copero brilló anoche.Por tres veces descerrajó el Athletic al Betis en acciones similares: presión , robo y contragolpe por la calle de enmedio. La labor de zapa de Mendiguren y Urrutia la culminaban Guerrero y Ciganda con absoluta precisión, rehabilitando al ariete rojiblanco, que se congració con el público gracias a un tercer gol que devolvió los pañuelos a la grada.

En 10 minutos, un Betis bien plantado, riguroso y aplicado en el esfuerzo, se quedó en cueros, desprovisto de su carácter emblemático, una defensa que impresiona y su secreto voceado a los cuatro vientos.

Durante un cuarto de hora, el Athletic fue un ejemplo de tenacidad y ambición. Ahogó la salida de su rival y encontró el pasillo adecuado para dinamitar su defensa. En los primeros tres goles, Guerrero y Ciganda se plantaron ante Diezma, tras sortear a sus guardianes. Era un ejercicio de superioridad, a la vez que una muestra de las inevitables carencias defensivas del conjunto andaluz.

Sólo tras el tercer gol pudo el Betis reaccionar, adelantando a Stosic, en acompañamiento de Aquino y fabricar un par de ocasiones ante Valencia, que le hubieran devuelto al partido.

Tras el descanso, el Betis estiró líneas y aprovechó un amago de relajamiento rojiblanco por parte del Athletic. Sin embargo, el contragolpe bilbaíno encontró nuevos argumentos para expresarse con claridad. Sólo la negligencia de Larrainzar y Goikoetxea malgastó dos ejemplos de inteligencia de Guerrero, que les dejó, de nuevo ante Diezma.

Era el partido a la medida del Athletic: tranquilidad y espacio para circular con velocidad al contragolpe. Incluso se manifestó con prudencia. Resguardó su campo y le confió a Guerrero la oportunidad de la sorpresa. El Betis buscaba un gol, que reanimase la eliminatoria. Perdidas las llaves, quería al menos una parte del botín que le diera vida para el partido de vuelta. Lo buscó con tesón, sin demasiado orden y alguna ansia. Pero lo encontró el Athletic en un nuevo contragolpe que, cómo no, lo resolvió Ciganda.

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