Leyendas de brutos y caballeros
Inglaterra, Irlanda, Francia, Escocia y Gales se juegan desde hoy un trozo de historia
El rugby, "un deporte de brutos jugado por caballeros" -según la leyenda-, es el último reducto romántico del deporte aficionado y el roñoso Cinco Naciones su mejor escaparate. Un torneo legendario fraguado hace 111 años en el que nadie cobra. A partir hoy, por 65ª ocasión, Inglaterra, Gales, Escocia, Irlanda y Francia lucharán por un pedazo de historia y un trozo de honor. Francia-Gales (Canal +, 17.55) e Irlanda-Inglaterra son los primeros asaltos.El escritor francés Jean Giraudoux destripó asi un conjunto de rugby: "Un equipo consta de 15 jugadores: ocho son fuertes y activos; dos, ligeros y astutos; cuatro, altos y rápidos; uno, por último, es modelo de flema y sangre fría. Justamente, la proporción ideal entre los hombres".
El equilibrio aludido por Giraudoux fue gestado ¡hace 172 años! Noviembre de 1823. Rugby, una ciudad de 85.000 habitantes situada al noroeste de Londres, asistió a un hecho sin trascendencia aparente; pero de enormes consecuencias: en el campo de fútbol de la escuela pública, William Webb Ellis, un estudiante pelirrojo y grácil, atrapa el balón con las manos y galopa velozmente hacia una portería. Sin querer, ante un puñado de atribulados compañeros, aquel insolente había inventado el rugby. Luego, Ellis fue pastor protestante.
Más de siglo y medio después del atrevimiento de Ellis, el Cinco Naciones conserva un sabor rancio, al más puro estilo británico. El origen del torneo se remonta a un bis a bis entre Inglaterra y Escocia -4-0 a favor de los ingleses- en 1871. En 1884, Gales e Irlanda se sumaron al reto. Inglaterra superó a sus tres rivales y ganó el envite. De inmediato, el rugby se propagó por todo el Reino Unido. Un antiguo jugador inglés argumentaba de este modo su profusión: "Los ingleses jugamos al rugby porque lo inventamos; los escoceses e irlandeses, por su animadversión hacia todo lo inglés y así poder aspirar a derrotamos; y los galeses, porque parecen haber nacido para ello". No le faltaba razón. Dice una vieja oración escocesa: "Ganar a Francia es un placer; a Inglaterra, una obligación". Tampoco se equivocó con Gales, la selección con más triunfos (23). Ni con el afán irlandés: el Cinco Naciones une norte y sur.
Hacia el profesionalismo
En 1910 las cuatro selecciones admitieron a Francia, pero la rivalidad interbritánica no menguó un ápice. El Cinco Naciones no sólo distingue al vencedor del torneo. Mantiene en su vitrina la Copa Calcuta -el ganador del Inglaterra-Escocia- y la Triple Corona -para el conjunto británico capaz de doblegar a sus tres vecinos-. Además se adjudica el Grand Slam a la selección que derrota a todos los rivales. Y la humillante Cuchara de Madera al que no logra una sola victoria.
El camino del Cinco Naciones ha sido tortuoso. En 1972 el torneo no pudo llegar a su fin. Gales y Escocia se negaron a viajar por Irlanda ante las tensiones políticas. Un año después se produjo un hecho sin precedentes: un quíntuple empate, tras cosechar cada selección dos victorias y dos derrotas. No hubo desempate. El último gran escándalo se produjo en 1991, cuando Inglaterra se saltó una página sagrada de su tradición. Tras diez años de frustraciones, los ingleses dieron la espalda a un siglo de historia y no probaron una gota de alcohol 48 horas antes de los partidos. Ganaron el torneo.
En los últimos años el gran caballo de batalla ha sido una posible transición al profesionalismo. Un moscón en la oreja de la inmovilista International Board (IB), e 1 máximo órgano rector del rugby. Un organismo que hasta 1986 ni siquiera consintió que se pagaran las cuentas de teléfono de los jugadores. En 1987 nació la Copa del Mundo, revitalizada por la presencia de los equipos oceánicos. Australia y Nueva Zelanda mostraron al mundo un juego espectacular y untaron la oreja a los cinco magníficos.
La Copa del Mundo y la expansión del rugby a XIII, variante profesional, movieron los cimientos amateurs de este deporte. En 1990 la IB aceptó que los jugadores pudieran explotar comercialmente su nombre y obtener beneficios económicos por publicidad, trabajos periodísticos y conferencias. El acercamiento entre la IB y la Federación Internacional es cada vez mayor. El primer paso puede ser la creación de una liga europea de clubes.
También hay quien anticipa que el próximo año el rugby importará otro elemento futbolístico: las tarjetas. Se barajan sentencias como 30 días de Suspensión por un puñetazo, 60 por patear la cabeza de un contrario y sanción de por vida para quien pegue a un árbitro. Para algunos, unas medidas descabelladas para un deporte puro y limpio, violado exclusivamente por aquellos detractores que argumentan que se trata de un juego violento. Olvidan que, a pesar de ser uno de los deportes con más contacto físico, gracias al talante de sus intérpretes, su hoja de incidentes está casi inmaculada: en siglo y medio sólo han sido expulsados seis jugadores: tres galeses, dos franceses y un irlandés. Brutos; pero caballeros.
Este año sí habrá una novedad: para favorecer el juego a la mano -quizá la suerte más bella del rugby- el ensayo será premiado con cinco puntos. En 1994 sólo hubo 20 ensayos. Inglaterra encabeza todos los pronósticos. L' Équipe da al equipo de la rosa un 45% de opciones. Luego figuran Francia (40%), Irlanda (10%), Gales (4%) y Escocia (1%).
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