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Que gane el mejor

Hoy es un día de pelotas por partida doble: el Real Madrid defiende la primogenitura ante su bestia negra tradicional (y viceversa); y, además, se inicia la cuesta de enero.La cuesta de enero es dura, pero hay muchas rebajas. Más inquietante es lo otro. Cibeles está temblando por lo que pueda pasar esta noche en la plaza que lleva su nombre. El Barça es más que un club; el Madrid, más que un merengue. Mendoza es así; Núñez es asá. Valdano es argentino y se las lleva; Cruyff es holandés y se las trae. Guardiola es guapo; Redondo es bello. El chotis es esclerótico; la sardana, estática. La Virgen de la Almudena es rubia; la de Montserrat, morena. Y así estamos.

Ante tamaño panorama, los amantes del balompié (sector independiente y liberal) musitan clandestinamente para que no los linchen: "Que gane el mejor"? Ahora bien, ¿quién es el mejor? Eso sólo lo saben con precisión Dios y el diablo. Pero disponemos de dos pistas para barruntar por dónde van los tiros: la teología y la lógica.

Razones teológicas nos obligan a pensar que es mejor el Barca, aunque algunos se rasguen las vestiduras. Alabado sea Dios. Pero los datos son abrumadores. He aquí una serie de consideraciones irrebatibles. La primera de ellas es contundente: los catalanes tienen en sus filas a Cristo (Stoichkov). Barcelona tiene cardenal; Madrid, por el momento, sólo dispone de arzobispo, y además gallego. La capital de España ha erigido una estatua al diablo en el Retiro; la capital de Cataluña, ni nombrarlo. El Barca entiende mucho de milagros; de hecho, ha ganado por ese método más de una Liga. Hay, sin embargo, un detalle muy significativo que puede dar pie a la duda razonable: el templo de la Sagrada Familia está inconcluso, en tanto que la catedral de la Almudena fue ya terminada deprisa y corriendo. Otra sinuosa cavilación: Barcelona está en un extremo, como el vicio; Madrid está en medio, como la virtud.

Cavilaciones lógicas, en cambio, nos incitan a sospechar que es mejor el Real Madrid, dicho sea con imparcialidad y sin afanes centralistas. El Barça es azulgrana, es decir, ambiguo. El Madrid es sólo blanco, como el alma, los ángeles, la inocencia, las sábanas, la primera comunión, la horchata y muchas novias. El Madrid es liso; el Barcelona, a rayas. Todo el mundo sabe que la butifarra no está mal, pero en conjunto, es mucho mejor el cocido, patrimonio espiritual, de, la capital del Estado.

En consecuencia, si nos fiamos a partes iguales de la lógica y la teología, esta noche hay un empate en el Bernabéu. Pero como en este mundo traidor no hay justicia, puede ocurrir cualquier cosa. Puede ocurrir, por ejemplo, que el árbitro (también llamado refiere, trencilla, cucaracha, el de negro, la viuda y otras lindezas que omitimos por respeto a su familia) se ofusque y perpetre desatinos con el pito y el miedo escénico.

De todas formas, los catalanes son muy listos. Han traído a Joan Manuel Serrat y lo tienen cantando desde hace tres días a 20 metros del Bernabéu. El Palacio de Congresos es hoy algo así como el monasterio de Montserrat infiltrado en todo el meollo de la refriega. El cantante se ha encargado de embrujar a los madrileños. Pero Serrat no es el único espía. Por el foro merodean sibilinos sujetos que son como un grano que le ha salido al oso del madroño: aunque muchos de ellos son naturales de la villa, incordian durante todo el año con sugerencias innombrables celebran orgías cuando pierde el Madrid; le echan mal de ojo al estadio merengue y tachan a Valdano de intelectual.

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Asimismo, todo el mundo sabe que Cataluña dispone aquí de agentes secretos permanentes. Ahí van algunos nombres: Loles León, Borrell, Maruja Torres, Narcís Serra, Ricardo Solfa (que incluso tiene la desfachatez de ejercer la doble personalidad con total impunidad).

De todo lo cual se colige que esta noche gana el Madrid. Y si no gana, los capamos.

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