_
_
_
_
BALONCESTO

¿Cuánto dinero es mucho dinero?

Ninguna cantidad es excesiva para un jugador de la NBA

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que un salario de un millón de dólares (130 millones de pesetas) era mucho dinero para un jugador NBA. El millón era la frontera entre el jugador simplemente muy bueno y el jugador excepcional. En nuestros días, se ha llegado a aceptar que ninguna suma que se pague a una superestrella es demasiado enorme.Nadie parpadea, siquiera, ante la lluvia incesante de millones de dólares que se manejan hoy en el mercado de jugadores. El alero de los Nets de Nueva Jersey, Derrick Coleman, disfruta de un contrato de 90 millones de dólares (11.700 millones de pesetas). Chris Weber, novato del año la temporada anterior, aún no ha jugado un solo partido esta temporada con los Golden State Warriors. Weber quiere revisar su contrato, que vale 60 millones de dólares (7.800 millones de pesetas) y pretende subir hasta los 10.000 millones de pesetas. El jugador novato, de 21 años, elegido en primer lugar del draft el pasado mes de junio, Glenn Mad Dog Robinson, no participó en los campus de pretemporada con su equipo, los Milwaukee Bucks, puesto que negociaba su primer contrato profesional; su petición era de 100 millones de dólares (13.000 millones de pesetas).

Finalmente, después de unas durísimas negociaciones entre los Bucks y Charles Tucker, agente de Robinson, el joven alero se conformó con 72 millones (10.000 millones de pesetas), pagaderos durante el próximo decenio. Es el contrato más importante jamás firmado por un novato en la NBA. Y, por supuesto, un contrato jamás firmado por el 97% de los veteranos.

Durante las tensas negociaciones entre Glenn Robinson y los Bucks, el propietario de los Milwaukee, Harb Kohl, lanzó a la prensa duras acusaciones contra Robinson y su agente. La gerencia de los Bucks dibujó un cuadro complejo en el que Robinson aparecía como un atleta negro solamente preocupado por el dinero. Hubo momentos en que la ruptura parecía inminente. Al final los 10.000 millones obraron como bálsamo y ambas parte firmaron felices. Pero el propio Kohl dejó ciertos interrogantes en el aire. Algunos jocosos: "¿Cuántos Testarrosas (Ferrari) puede conducir una persona? ¿Detrás de cuántos yates quiere el jugador hacer esquí acuático? ¿Quiere Robinson que le venda la franquicia y de ese modo me pague el sueldo a mí?". Otros mucho más serios: "¿Dónde está el límite? ¿Cómo se puede pagar a un jugador un salario mayor que el valor de la franquicia?". Sin lugar a dudas, Robinson es uno de los mejores aleros de la Liga, pero ¿qué logros ha conseguido Mag Dog para merecer el me jor primer contrato de la historia de la NBA? La respuesta es ninguno.

La liga NBA está entrando en un territorio peligroso. Firmando y pagando contratos de duración y cantidad sin precedentes, los clubes de NBA han creado un nuevo área salarial y, lo que es peor, han cmenzado a enriquecer a jugadores que no merecen residir en ese área, al menos todavía. Glenn Robinson tiene una hoja de servicios demasiado breve todavía para justificar el estratosférico contrato que, en términos de duración y dinero, los Bucks le han firmado.

El argumento técnico que ofrece el club es irrefutable. Milwaukee se asegura al jugador durante toda su carrera, impidiendo así que se convierta en agente libre. Pero incluso esta estrategia, razonable desde el punto de vista de un club, se está volviendo contra algunos equipos. Una dolencia crónica en la espalda de Larry Johnson, que puede llegar a limitar el rendimiento del jugador, planea sobre las cabezas de los Charlotte Hornets, comprometidos hasta el año 2005 con su jugador franquicia a razón de 1.000 millones de pesetas por temporada. La espalda de Derrick Coleman, la estrella de los Nets, tampoco parece estar mucho mejor. Esa espalda vale otros 1.000 millones por temporada.

¿Es por lo tanto razonable firmar contratos a jugadores novatos basados en el potencial y no en el rendimiento? Los clubes de NBA harían bien en identificar a qué tipo de jugador van a ofrecer estos mega-contratos. Primero, las habifidades baloncestísticas del jugador no deberían ser suficientes.

Un jugador debe ser capaz de elevar a su equipo al nivel de campeón, o por lo menos, debe ser capaz de llevar aficionados al campo. Segundo, el jugador tiene que exhibir un alto grado de profesionalidad y una ética de trabajo ejemplar, áreas en las que los jugadores archimillonarios como Derrick Coleman, Larry Johnson o Shawn Kemp, no tienen una buena nota. Mike Dunleavy, entrenador y gerente de los Bucks, confirma de manera rotunda estos razonamientos: "Si vamos a pagar esta barbaridad de dinero a Glenn Robinson, quiero que el jugador se deje el alma en la cancha una noche tras otra".

Las negociaciones entre los Bucks y Robinson quedaron reducidas a dos conceptos: opciones y credibilidad. Robinson tenía las opciones; si no hubiera firmado, habría podido ser de nuevo escogido por otro equipo, que le hubiera pagado tanto o más de lo que pedía a los Bucks.

La credibilidad de Milwauke estaba en tela de juicio; si hubieran dejado marchar a Robinson, aparecerían como un club incompetente incapaz de juntar un número mínimo de jugadores con talento que les permitiera salir del pozo de la NBA. Los Bucks prefirieron mantener intacta su credibilidad como operadores en la NBA y firmaron el contrato más caro jamás pagado a un novato en la historia de la Liga. Para muchos observadores, los Bucks han pagado mucho dinero. Pero, ¿cuánto dinero es mucho dinero?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_