Redondo, víctima de una noche de caza
El Madrid ganó el Torneo de Euskadi pero sufrió un calvario en San Mamés
![Santiago Segurola](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe505581b-3596-4161-bc77-1816c8c68bf7.png?auth=d22627484165dfcb062103e8d1fdebeb92a54c13220f4fd6553111e786e168fa&width=100&height=100&smart=true)
El verano tiene un ritmo, pero el fútbol tiene sus leyes. En San Mamés, Athletic y Real Madrid: los juegos florales eran imposibles, incluso en agosto. Fue un partido intenso, abrupto y muy desagradable en los últimos minutos, cuando el Athletic abandonó el fútbol por la guerra. La batalla se cobró una víctima. Redondo salió lesionado, con la rodilla quebrada. La lesión tiene muy mal aspecto. Los médicos hablaron de esguince, pero el temor a una dolencia más grave invade a los madridistas.El intolerable final del partido oscureció el paisaje de la primera hora. En ese tramo, el Athletic confirmó su talento y sometió al Madrid a un tratamiento muy duro. Dejó a los madridistas sin la pelota y convirtió el área de Buyo en un escenario continuo de oportunidades. El Madrid se sostuvo con el oficio de sus defensas. Chendo, Quique y Sanchís aguantaron a pie firme las sacudidas bilbaínas. Luego llegó la hora de la violencia. Entró Redondo en la cancha y los locales se entregaron a una venganza inexplicable. Todo por una vieja rencilla. Mendiguren atacó la rodilla del centrocampista del Madrid en una acto inadmisible. Durante media hora, San Mamés asistió a una guerra que sólo detuvo Sandro en una jugada memorable. "Sandro puso una flor en medio del campo de batalla", dijo Valdano después del partido. Nunca mejor dicho.
El Madrid padeció un calvario durante buena parte del encuentro. Tuvo el resultado, pero le faltó el fútbol. En realidad le faltó la pelota. Sin el balón, un equipo como el Madrid se encuentra en tierra ajena. Se siente extranjero. Su problema estuvo en el medio. Milla jugó correctamente, pero sin trascendencia, Luis Enrique sólo apareció para llevar la jugada del gol y Laudrup fracasé en cada uno de sus pases. El fracaso tuvo además un aire dramático. Cada intercepción de los pases de Laudrup saludaba una oleada del Athletic. Ahí apareció el oficio de los defensas madridistas, obligados a trabajar en todos los frentes.
El Athletic contó con varias ocasiones espléndidas. Es un equipo que conviene no tocar en ninguno de sus aspectos. Ni en la alineación ni en el juego. Tiene verdaderos futbolistas. Esta vez fue la noche de Urrutia y Garitano, dos jugadores incomprendidos durante sus primeros años en San Mamés. Bajo su dirección, el Athletic encontró numerosas vías para someter a su adversario. Le faltó precisión en el remate, pero el juego fue magnífico. Resultó sorprendente su lado violento. Cuando Redondo entró en el partido, el Athletic se salió del partido. Cambió el balón por la estaca. Comenzó la caza de Redondo ante la complacencia del público. Fue una noche negra para San Mamés. Una afición con fama de equilibrada se entregó a sus peores instintos. Prefirió la cacería al juego, sin darse cuenta del partido admirable de su equipo.
La última media hora se jugó entre las virutas de la violencia. Nada detenía el clima intempestivo que se había adueñado de la noche. Hasta que apareció Sandro. Cuando el encuentro era más negro, el chico trazó una jugada inolvidable, luminosa y mortal a la vez. Con un suave movimiento, engañó a dos defensas, salió por el lado contrario de la pelota y dejó el pase definitivo a Alfonso, que falló. Dio igual. La gente se bajó del púlpito histérico y preguntó: "¿Quién es este chico?". Se llama Sandro.
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