Silencio en la penitencia
España disputa los partidos por la 9ª plaza en una cancha vacía

Si hay algo que pueda definir con exactitud lo que significa la disputa de los puestos del 9º al 16º es el silencio. Físico y figurado. Esta madrugada, España habrá disputado ante Brasil un nuevo capítulo del interminable via-crucis deportivo y lo habrá hecho de la misma forma que ante Corea, Egipto y Argentina. En silencio. Todo lo que se desarrolla en el Copps Colieum de Hamilton se realiza a media voz, y las repercusiones e lo que allí ocurre no llegan ni siquiera a Toronto, donde los mejores se juegan el título, a sólo 50 kilómetros de distancia por autopista.El ambiente es deprimente. La salida de los equipos para alentar no supone ningún alboroto, ni la presentación de los jugadores.
Unas 100 personas de media asisten a los encuentros, la mayoría componentes de los distintos equipos y acompañantes.
No se oyen las retransmisiones de radio, pues la derrota de China calló definitivamente a los enviados especiales de las emisoras españolas. Hasta los puestos de perritos estan cerrados en su mayoría. Los tiempos muertos son un auténtico suplicio.
Hay mucho tiempo (ocho turnos para cada entrenador, 30 minutos en total) para poco qué decir, sobre todo en el caso de España, Brasil o Alemania, selecciones llamadas para empresas de mayor enjundia.
Los numeritos para distracción del personal rozan lo esperpéntico. Salen unos saltimbanquis que colocan unas minicamas elásticas de las que salen volando para machacar la canasta. Sus acrobacias no causan el mínimo efecto, salvo encendidos aplausos de una familia egipcia compuesta por padre, madre y siete hijos que son incondicionales seguidores de su equipo. Muv distinto al grupo de 100 españoles ue animaron el cotarro los primeros encuentros.
Una vez que China mandó a España al pozo, desertaron hasta el punto de colocar un cartel en el hotel que decía: "Boicot al team español". No han vuelto a aparecer por Hamilton. Con frialdad polar se van desarrollando cansinamente los partidos, con patética rueda de prensa posterior a cada uno de ellos, a las que asisten un máximo de tres o cuatro periodistas, tan aburridos como el encargado de responderles. Todo el mundo esta deseando que por fin, el domingo acabe un martirio al que España accedió en sólo 20 minutos de deseo nefasto. ¡Qué cruz!.
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