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El viejo truco de la pelota

Maturana maquilla con balón la extensa duración de sus entrenamientos

El Atlético de Madrid se entrena más horas que nunca, pero los jugadores no lo notan. La razón no es otra que el viejo truco de la pelota. Pacho Maturana, el nuevo entrenador del equipo, ordena la casi totalidad de los ejercicios con el balón de por medio, un detalle que agradecen todos los futbolistas del planeta. Con balón se divierten y aceptan mejor la dureza en el trabajo. En anteriores pretemporadas, las sesiones diarias del Atlético duraban unas tres horas. Ahora, cinco. Pero a los futbolistas, que además no padecen las clásicas palizas físicas propias de estas fechas, les da la sensación contraria.De momento, Maturana se ha ganado a una plantilla algo susceptible con los técnicos después de unas cuantas experiencias negativas. Gracias a Jesús Gil, los futbolistas del Atlético han coincidido con un número desproporcionado de entrenadores y, en algunos casos, la unión ha resultado fatal. La etapa de José Luis Romero, la que todos recuerdan con mayor amargura por su vacío táctico y el comportamiento casi castrense del técnico, está demasiado cercana en el tiempo como para olvidarla. Esto hace que el equipo reciba con la mosca detrás de la oreja la llegada de un nuevo preparador.

Con el balón como cebo, Maturana ha encontrado la fórmula con la que ganarse a la plantilla. Al margen de esto, los jugadores también alaban el carácter de todos los componentes del cuerpo técnico: amables, simpáticos, dialogantes y claros. El primer Paso está dado: entrenador y plantilla han encajado. Con el tiempo llegarán los enfados de algunos por no jugar, pero ése es un obstáculo inevitable.

Resuelto el capítulo de las relaciones, queda el apartado táctico. Maturana va a emprender una revolución: transformar la ideología futbolística del Atlético, romper con el esquema clásico rojiblanco e implantar un nuevo sello, el que le dio nombre en su aventura colombiana. Y el proceso, claro, lleva tiempo

Por el momento, Maturana se ha centrado en el trabajo de la zona defensiva: una línea de cuatro, distanciada del área y atenta para tirar fueras de juego. Ya la ha puesto apellidos (Tomás, Solozábal, Iván Rocha y Toni) y ahora busca la imprescindible sincronización entre ellos. El mínimo error provoca ocasiones de mucho peligro Se trata de una fórmula que pisa s dos extremos: si se hace bien, ofrece seguridad sin demasiado desgaste de energía; si se hace mal, aparenta una fragilidad desesperante. La que muestra ahora, después tan sólo de dos semanas de preparación.

Sobre todo, porque el acierto de la zaga depende en gran medida de la ayuda de los centrocampistas, y sus movimientos, presión y basculación, todavía no se han tocado en los ensayos. El aprendizaje del sistema Maturana es lento, aunque marcha más acelerado de lo que el propio entrenador esperaba. El problema ahora es el efecto que podrá tener en la cúpula del club la imagen del equipo en los primeros partidos de pretemporada, los que disputará este fin de semana. Tanto el cuerpo técnico como los jugadores tienen asumido que pueden producirse abultadas derrotas. No sería problema, sino algo propio del proceso de asimilación de las nuevas ideas. La duda es, como encajaría Jesús Gil estos tropiezos. Directivos y técnicos ya se han encargado de advertir al presidente de esta posibilidad, pero las reacciones de Gil siempre, son imprevisibles. Todos confían, sin embargo, en que el dueño del club cumpla su propósito de modificar su política de prisas. Lo que menos necesita el nuevo Atlético es impaciencia, precisamente el rasgo de identidad de su presidente.

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