Arranque de originalidad
"Cuando veo que los demás países de nuestro entorno hacen una cosa y nosotros hacemos algo diferente, pienso que no son los demás los que se equivocan, sino que somos nosotros los que nos estamos equivocando".Tenía anotadas estas palabras con las que el rector Josep Ma Bricall inició una intervención en el Consejo de Universidades, intentando reconducir una discusión que estaba empezando a irse por los Cerros de úbeda.
Me ha parecido oportuno rescatar esta muestra de sensatez del rector Bricall en estos momentos, porque tengo la impresión de que los españoles estamos a punto detener un "arranque de originalidad" en el terreno más peligroso de todos los posibles en democracia, en el de la política electoral.
En un momento en el que se van a celebrar elecciones en todos los países de la Unión Europea y en el que es más que probable que los resultados vayan a ser malos para varios Gobiernos, resulta que España es el único país de la Unión Europea en el que se está haciendo una interpretación de tales resultados en clave interna, como un elemento de "deslegitimación" de los resultados de las últimas elecciones generales.
La idea fue puesta en circulación por un periodista qué no sabe siquiera distinguir la responsabilidad política típica de los regímenes parlamentarios de la responsabilidad penal característica de los regímenes presidenciales y. ha sido insensatamente avalada en la sede parlamentaria. ¿Se es consciente de la barbaridad que se está proponiendo? ¿Se ha pensado a dónde nos puede conducir establecer un precedente de esta naturaleza? En su Staatsrecht der Bundesrepublik Deutschland, Klaus Stern hace luna valoración muy positiva del escalonamiento de elecciones (europeas, de Länder municipales) entre la convocatoria de dos elecciones generales. Tal escalonamiento cumple dos funciones de primer orden:
1º.- Permite ajustar permanentemente el equilibrio de poder entre el partido que gobierna la Federación y el partido que está en la oposición.
2ª.- Es un recordatorio "bajo fuego real" de que los ciudadanos tienen la última palabra, obligando a todos los partidos a tener que sintonizar con la opinión pública.Ahora bien, tal escalonamiento sólo es soportablé, si los resultados de las elecciones generales y los de las no generales son interpretados políticamente como vasos comunicantes, pero jurídicamente como compartímentos estancos, no extrayéndose de los segundos consecuencias sobre la legitimidad de los primeros. Si esto no se hace, el sistema no puede funcionar. La legitimidad del Gobierno de la Federación no se puede hacer depender nada más que de las elecciones generales. Éste es el patrón oro del sistema.
Nuestro sistema político es muy parecido al de la Ley Fundamental. Creo que sería buena cosa que no intentáramos mejorarlo por nuestra cuenta. El modelo ha funcionado de manera más que satisfactoria durante más de 40 años y no estaría mal que nos limitáramos a aproximarnos a él. Poco a poco. Con humildad. Sin arranques de originalidad.
Pero es que además, en lo que a las elecciones europeas se refiere, este modelo no sólo es alemán, sino europeo en general. A nadie que esté en su sano juicio se le va a ocurrir utilizar los resultados europeos para pedir elecciones generales.
En estos días en los que irresponsablemente se han suscitado dudas sobre la cordura de los ciudadanos catalanes, ¿sería mucho pedir que tuviéramos cordura todos los ciudadanos españoles?
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