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El Deportivo tuvo que apelar al sudor

El Atlético de Madrid demostró su recuperación e hizo sufrir al líder

Xosé Hermida

El Deportivo sufrió tanto como lo había hecho el Barcelona 24 horas antes. Se encontró con un Atlético sorprendente, que demostró que su recuperación tras el enésimo cambio de técnico no era un espejismo. Con una estrategia minuciosamente preparada, los rojiblancos maniataron al Deportivo durante toda la primera parte e incluso fueron capaces de sobreponerse a un gol traicionero al borde del descanso. El líder se vio contra las cuerdas, incapaz de superar la tela de araña dispuesta por D'Alessandro. Con su juego decapitado, no tuvo más remedio que apelar al sudor. Fue una batalla extenuante, muy equilibrada y, por momentos, incluso hermosa. Los gallegos ganaron porque supieron sacar más provecho a sus ocasiones. El partido echó a andar con los papeles cambiados. Fue el Atlético el que dominó la parcela ancha, controló el juego y pisó sin temor el área contraria. Los madrileños secaron las fuentes del juego coruñés y obligaron a su rival a resignarse a buscar el contragolpe, cuando no a rifar el balón con pelotazos largos hacia ninguna parte.

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La clave fue volver la jugada del revés

Jorge D'Alessandro interpretó con agudeza la estrategia de su rival. Sabía de antemano que el arma letal de los gallegos son sus ataques en parejas por las bandas y le tendió emboscadas a ambos flancos del terreno. En la derecha, colocó a Pirri sobre López Rekarte y en la izquierda a Kosecki encima de Nando. Cualquier subida de los carrileros coruñeses suponía ceder un terreno peligrosísimo a dos de los hombres más rápidos del conjunto madrileño. Y D'Alessandro se salió con la suya: retuvo en posiciones muy defensivas a Rekarte y Nando y dejó sin apoyos el ataque deportivista. Los gallegos perdieron la perspectiva del juego. Sólo tuvieron ojos para la banda derecha, pero sus incursiones fueron tan inofensivas como el pinchazo de un alfiler en una muralla de acero.

La sibilina red rojiblanca se completó con el impresionante trabajo de Caminero. Aún en precaria condición física, el madrileño es un futbolista descomunal, en los aspectos más grises y también en los más brillantes del juego. No sólo hizo un trabajo incansable para presionar al centro del campo local sino que cuando vio el horizonte despejado se lanzó hacia adelante con su contundencia habitual. En el minuto 23 llegó hasta el pico del área. Cerrado por Nando, se sacó de la manga un centro imposible, colocado con guante en la cabeza de Pirri. Al asturiano le falló el punto de mira. Los mismos protagonistas tuvieron de nuevo la oportunidad de reventar el partido ocho minutos después. En esa ocasión, Caminero abrió desde el centro del campo hacia la banda izquierda pero Pirri volvió a fallar en el disparo.

En toda la primera parte el Deportivo apenas pudo echar mano de su munición. Un tiro muy lejano de Claudio fue lo único que puso en ciertos apuros a Abel. Pero acabó sacando un provecho extraordinario cuando el Atlético ya sonaba con un plácido descanso. En el minuto 43, a la salida de un corner, Donato sorprendió con un salto y un cabezazo impresionantes. El balón, imparable, entró por la escuadra.

El gol psicológico pareció reblandecer la resistencia rojiblanca. El Deportivo salió más suelto en la reanudación y amenazó en un par de ocasiones con dictar la sentencia definitiva. Pero los colchoneros se sobrepusieron. Volvieron a tropezar con la mala fortuna en el minuto 54, cuando Urío Velázquez se tragó un clamoroso penalti de Djukic a Manolo. Poco después obtendría su premio. Juanito, que estaba realizando un partido horroroso, lanzó un formidable misil desde 30 metros que pegó en la cruceta de Liaño. Kosecki, muy atento, remachó la jugada.

Aunque el Deportivo dio la cara y peleó como un guerrero por cada balón, su juego quedó lastrado por el peso de la urgencia. El partido entró en la típica fase en la que cualquiera podía marcar. Los coruñeses, porque a base de apretar los dientes empujaban con fuerza. Y el Atlético, porque el espléndido trabajo de Kosecki y, sobre todo, de Pirri, seguía sembrando minas en la espalda de la defensa coruñesa.

Otra vez fue el Deportivo el más eficaz para aprovechar su oportunidad. Llegó a falta de un cuarto de hora, en un momento en que el corazón de Riazor latía a ritmo de vértigo. Bebeto cazó en el pico del área un balón de esos que sólo un puñado de elegidos son capaces de bajar al suelo. Y Nando, que llegaba desde atrás, lo coló entre un bosque de piernas. Hasta el final, el encuentro fue una agonía casi insoportable para ambos equipos. Pero el Deportivo supo cerrar la puerta.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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