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El futuro de Luyk depende de la clasificación del Madrid para la final a cuatro europea

Luis Gómez

La otra sección también ha entrado en crisis. Una eliminación prematura en la Copa del Rey y un eventual fracaso europeo invierten la tendencia de un equipo que parecía llamado a sumar un buen manojo de títulos. Como consecuencia de ello, Clifford Luyk, el técnico, entra en cuarentena. Como le sucediera a Floro, su futuro comienza a depender de resultados inmediatos: no entrar en la final a cuatro de la Liga Europea puede significar su destitución la próxima semana. El caso de Luyk es el de un largo y silencioso divorcio con buena parte de la plantilla.

La vida privada de la sección de baloncesto del Real Madrid ha dado pocas noticias en los últimos dos años. Después de un lustro tenebroso en el que las derrotas deportivas iban acompañadas de numerosos conflictos internos, la llegada de Sabonis y la buena acogida que tuvo Clifford Luyk contribuyeron a pacificar el ambiente. El club empezó a sumar títulos por un lado (la Recopa en 1992, la Copa y la Liga en 1993) y a desaparecer de las páginas de sucesos deportivos. Los jugadores se comprometieron a mantener el vestuario cerrado al exterior pasara lo que pasara en el terreno de juego. Desde entonces, sólo vieron la luz ciertas discrepancias entre Antonio Martín y Luyk. Por lo demás, la sección ofrecía la imagen de una reconstrucción bien diseñada.El equipo afrontó la actual temporada con un equipo algo más barato pero más compacto. La incorporación de Arlauckas y Kurtinaitis incrementaba su potencial ofensivo. El Madrid tuvo un comienzo titubeante, un mes de noviembre negro, y una recuperación explosiva que despertó grandes calificativos entre todos los técnicos. Se hablaba del Madrid como del equipo más potente fuera de la NBA, después de una racha de 18 partidos en los que sólo conoció la derrota tras un polémico final en Atenas ante el Olimpiakos. Pocos días después, su potencial se ha diluido en los primeros partidos realmente decisivos de la temporada. Pierde la Copa del Rey ante el Barcelona y está obligado a ganar dos partidos en Madrid al Joventut (15 y 17 de marzo) para alcanzar la final a cuatro de Tel Aviv.

Los jugadores tienen el vestuario cerrado. No hay una mala palabra hacia el técnico, ni la habrá, aunque haya caras de pocos amigos. Biriukov, fuertemente apoyado por Sabonis y Antonio Martín, mantiene la disciplina del colectivo. Pero a la directiva han llegado las primeras impresiones de que las relaciones entre Luyk y su plantilla están por los suelos. Sabonis, muy enfadado tras la derrota en la Copa, promovió una reunión entre los jugadores el pasado lunes, cónclave que se suspendió a la vista de que se había filtrado su posible celebración. Sí han existido algunas reuniones particulares con la intención de tensar el equipo. La estratagia es cerrar filas y superar el escollo del Joventut.

La actuación ante el Joventut en el primer partido de los cuartos de final ofreció un panorama preocupante porque el equipo reprodujo sus grandes defectos. Hubo numerosas pérdidas de balón y una defensa muy permisiva. Arlauckas se convirtió en el centro de las críticas: no cometió una sola personal en 27 minutos, algo muy parecido a lo sucedido en la Copa frente al Barcelona. Sabonis se siente muy poco protegido por sus compañeros ante las defensas rivales. El miércoles estalló en Badalona, donde firmó la peor actuación de la temporada: ¡ningún rebote!, tres canastas, 11 tantos (cinco de ellos de tiros libres) y dos personales.

Este declive imprevisto ha puesto en solfa a Luyk. Su posición ahora es muy delicada porque, dada la potencialidad del equipo, su rendimiento se mide exclusivamente por los resultados: perder la Copa y no estar en la final four serían demasiadas contrariedades. La directiva maneja el argumento de que, desde mediados de febrero hasta finales de mayo (cuando termina la Liga) hay tiempo suficiente para que otro entrenador encauce la marcha del equipo.

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