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El peso de la experiencia

Isabel Ferrer

Jayne Torvill y Christopher Dean, la pareja de patinadores más famosa del deporte británico, no ha podido repetir su triunfo de Sarajevo donde fueron coronados campeones olímpicos en 1984. Una década después y con 36 y 35 años respectivamente, han tenido que ceder el podio en los Juegos de Invierno a dos jóvenes parejas rusas. Su medalla ha sido esta vez de bronce. Sin embargo, Torvill y Dean son ahora mejores que hace una década. Su técnica puede calificarse de perfecta y sus coreografías incluyen elementos innovadores. ¿Cuál es entonces el secreto de Oksana Gritschuk y Evgeny Platov y Maya Usova y Alexander Zhulin, ganadores del oro y la plata?.La respuesta es paradógica. Sus 10 lucrativos años como profesionales han convertido a Torvill y Dean en una pareja sin fisuras. La tranquilidad acumulada en innumerables espectáculos no competitivos se ha traducido en serenidad y control totales. Por complejo que sea, cualquiera de sus movimientos parece fácil ejecutado por ellos. Y ese logro constituye su mayor desventaja. Para acudir a unos Juegos olímpicos no basta preparar una danza original. El arrojo y la frescura mostrado por sus rivales no pueden incluirse como un elemento más del baile. Deben impregnarlo todo. Torvill y Dean, que revolucionaron con su estilo el patinaje artístico, y han sido copiados hasta la saciedad, no lograron electrizar en Hamar a los jueces como hicieran en Sarajevo con su Bolero.

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Llegan las estrellas

La noche del lunes bailaron al son de Lets face the music and dance, de Irving Berlin, como auténticos expertos. Incluso habían modificado el 80% de sus movimientos al ver la tibia respuesta obtenida hace tres semanas en los campeonatos euroepeos. Allí ganaron sólo por puntos. En Hamar, los jueces han demostrado ser sensibles a su técnica. Y serlo aún mucho más a los giros, saltos, sonrisas y hasta pasión de Gritschuk y Platov, los rusos de oro. Su deseo recorrió la pista y llegó hasta los jueces. A su lado Torvill y Dean parecían demasiado sólidos. Mostraron que 10 años no pasan en balde.

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