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"Las de Cinzano eran balas"

Breve historia de las chapas, contada por el hombre que hacía rallies en Madrid

Félix Fernández, de 40 años, actor, escritor y director teatral independiente, titiritero, "superviviente de la paz", anda desde hace un decenio empeñado en recuperar uno de los juegos de posguerra por antonomasia: las carreras de chapas. Nostálgico de las rodillas heridas y de la ilusión sentida de niño al practicar el deporte más barato del mundo ("más de esto que de las rodillas"), Fernández se especializó en montar rallies de chapas por los pueblos y barrios de la Comunidad. Ahora, cuando su circo ha sucumbido, víctima del regateo de las instituciones en nombre de la crisis, Fernández relata el literario pasado y el abollado presente de las chapas."Hubo un tiempo en que los niños iban, tomaban carrerilla, cogían, se subían, eeeepaaaa, a los taburetes de hierro de los bares, y, en vez de decir, por ejemplo, 'una mirinda', iban y soltaban: '¿Me da un Bitter Cinzano y dos botellines?". Los camareros entendían siempre a la primera: el niño ni estaba de coña ni tenía problemas de alcoholismo precoz. El zagal recogía las chapas del mostrador de zinc, salía y repartía. Como para eso se la había jugado, elegía su chapa en silencio y el circuito con voz de catedrático: 'Hoy toca Le Mans"-.

Fernández recuerda: "Los otros, los que esperaban fuera del bar, ejecutaban el deseo del líder: curvas muy cerradas para as redondillas, las rectas largas ara volar, la meta señalada por dos montículos, y sacaban resignados las chapas de cerveza".

¿Resignados? "En el franquismo, el chapín del Bitter Cinzano era un fórmula 1. No tenía rival. Si lo rellenabas bien con un poco e jabón, o de masilla, o de plastilina, iba como una bala y nunca e salía".

Se fue, sin balas ni nada, el abuelo gallego; llegaron los alcaldes del pueblo, y una primavera, hace diez años... "Pusimos la pancarta en el Retiro: Primer rally internacional de Chapas. Debajo, banderas a cuadros, circuito oficial con subidas, curvas, peraltes y boxes; charanga y azafatas; vídeos, locutor en directo, reparto de carnés de la Federación de Chapas, contrarreloj, semifinales y finalísima; podio, ramo, beso y copa. Los niños preguntaban qué era todo ese lío, pero el día D había doble fila en el Retiro".

El circo fue a Orcasur, a Fuenlabrada, a Vallecas, a El Escorial... "Era una gozada. Alrededor de los chapódromos nacían pequeñas réplicas del circuito oficial, los niños entrenaban y los padres con ellos, intentando aprender aquel juego olvidado. Hicimos infantil, júnior y adultos. Había una ilusión del copón".

¿Entonces qué pasó? "Que empezó a llover tinta del Fondo Monetario. Antes de la crisis, ayuntamientos y juntas pagaban lo que valía: medio millón. Ahora, pides 50.000 pesetas y regatean. 'Reduzca usted un poco todo', dicen. Pero esto, o se hace bien o no se hace. Podría coger un megáfono, decir 'todos a jugar' y listo, pero no se trata de eso".

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Febrero, 1994. El Retiro. Fernández señala el barro. Allí estuvo el circuito. Dos niños se sientan en un banco. Sus dedos hacen salir pitidos de una máquina a pilas.

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